Aparte de ese gran libro que escribió el gran autor en millones de tomos y que se llama la Naturaleza, no hay cosa mejor que los buenos libros escritos por los hombres. Yo me entristezco al ver una casa sin libros, porque es como si no tuviera puertas o ventanas. Los libros son la voz viva de los muertos. En ellos está todo lo que pensaron los mejores ejemplares de la especie humana. Cuando entro en una biblioteca escucho mil voces que me llaman como en una hermosa feria: "¡Eh, ven aquí! Soy Homero y te quiero contar algo muy interesante que le pasó a Ulises en su camino a Ítaca!". "¡Hey, acércate! Soy Shakespeare y voy a hablarte acerca de las dudas de los hombres, de su ambición, sus celos, su avaricia y su amor". "Escúchame: soy Cervantes y quiero mostrarte tu retrato en el retrato de dos hombres que inventé"... Ansiosamente nos llaman, a nosotros, que tenemos ojos para leer y no leemos. Saben que ellos hallaron la verdad, la belleza y el bien, y nos los quieren dar.
Por eso, para acallar ese vocerío de amor desesperado que nos ensordecería, hay en las bibliotecas ese letrero: "Favor de guardar silencio". No está para los que ahí entran, sino para los que ahí están.
¡Hasta mañana!...