Los marineros cantaron para las sirenas, y su canto las enloqueció.
Tuvieron que atarse al fondo del mar a fin de no saltar al barco donde los marinos iban.
¿Qué oyeron las sirenas, perdida la razón, en la voz de aquellos navegantes?
Una de ellas escuchó el arrullo con que su madre la hacía dormir cuando era niña.
Otra oyó el hermoso madrigal que un dios del agua le entonaba al oído para enamorarla.
A las demás les pareció que aquellas voces masculinas les prometían un paraíso cuyas bellezas ni siquiera podían imaginar.
Cuando el navío se alejó y la canción no se escuchó ya las sirenas recobraron la razón.
Desde entonces sienten nostalgia de los marineros.
Están en el fondo del mar, tristes, esperando escuchar otra vez su canción.
¡Hasta mañana!...