ESTE AMIGO MÍO TENÍA UNA AMIGUITA.
Eso no habría tenido nada de malo si mi amigo hubiera sido soltero, pero sucede que era casado.
La amiguita le pidió -las amiguitas piden muchas cosas- que pasara un fin de semana con ella, y a fin de obsequiar ese deseo mi amigo le dijo a su señora que con sus compañeros de oficina iba a ir de pesca a Las Adjuntas, una presa en Tamaulipas.
El domingo regresó mi amigo a su casa, pero antes tuvo la precaución de ir a una pescadería y comprar varios pescados. Les hizo con el anzuelo un orificio, como si los hubiera pescado, y se los mostró a su esposa como trofeo de su fin de semana piscatoria.
-Son muchos -le dijo ella-, Vamos a llevarles unos a mis papás.
-Los pesqué en Las Adjuntas -le dijo mi amigo, orgulloso, a su suegro. El señor, por desgracia, había sido pescador. Miró con ojos suspicaces a su yerno y le preguntó:
-¿Huachinangos en Las Adjuntas?
No sé cuál sea la moraleja de esta historia, pero estoy seguro de que tiene alguna.
¡Hasta mañana!...