MURIÓ UN HOMBRE Y SE VIO ANTE LA PRESENCIA DEL SEÑOR
Un ángel trajo una balanza, y en ella fueron pesados los buenos actos que el hombre hizo en su vida, y sus malas acciones.
Sucedió que el peso de aquéllos igualó al de éstas: el fiel de la balanza quedó en el centro, pues aunque el recién llegado había hecho muchas cosas buenas también había hecho muchas cosas males.
El hombre tembló. ¿Iría al Cielo o al infierno?
-Señor -dijo angustiado-. Jamás le pegué a un niño, ni golpeé a una mujer, ni abandoné a un anciano, ni maltraté a un animal.
-Entra en mi casa -decretó el Señor-. Uno solo de esos méritos es suficiente para darte la eterna salvación.
¡Hasta mañana!...