En Campeche y Yucatán, no sé si en otros estados del sureste, tienen una linda costumbre que me encantó desde que la conocí. Cuando alguien habla de un hermano o hermana menor, usa el diminutivo para referirse a él o a ella, sin importar que tenga muchos años. Dice: "mi hermanito"; "mi hermanita".
Pues bien: mi hermanita Odila cumplió ayer 81 años. Se supone que ningún hombre debe decir la edad de una mujer, pero ella está por encima de esas naderías. Pequeña y frágil -tuvo cáncer y lo venció con ayuda de los médicos y de su fe-, posee la fortaleza de nuestra madre y el profundo saber de nuestro padre. Maestra desde siempre, me sigue dando lecciones con su ejemplo de gracia y de bondad.
Ola ha sido, desde que nació, una hermosa presencia en mi vida. Si alguna vez llego a verme ante el buen Jesús le diré esto:
-Dale las gracias a tu papá por haberme enviado una hermana como mi hermana Odila.
Él me contestará:
-Que la disfrutes muchos años más, hermanito.
¡Hasta mañana!...