"Señor:
Permíteme alegrar al que está triste,
Permíteme acompañar al que está solo.
Permíteme consolar al afligido.
Permíteme escuchar a quien nadie oye.
Permíteme ser voz del que no puede hablar.
Permíteme amar a aquél que no es amado.
Y tú, Padre, dame tu amor, dime tu palabra, escúchame, acompáñame, consuélame y concédeme tu alegría y tu paz. Haz, Señor, que te encuentre, para no perderme yo".
En un antiguo libro de oraciones hallé ésa. Es para los que creen, porque creen, y es para los que no creen, porque creen que no creen.
¡Hasta mañana!...