Las noches del invierno son más largas, y se alarga igualmente la tertulia después de la cena en la cocina de la casa campesina de Ábrego.
-Mi nieta Trinidad se iba a casar -relata don Abundio-, y Rosa mi mujer la notó inquieta. Le dijo la muchacha:
-Es que no sé lo que el hombre le hace a la mujer cuando se casan.
Rosa le preguntó:
-¿Te gusta el requesón con miel espesa de maguey?
Ése es el postre más rico que se sirve en las mesas del rancho. Prosigue don Abundio:
-Contestó Trini: "Me gusta mucho". Y le dijo su abuela: "Pos lo que le hace el hombre a la mujer cuando se casan es más sabroso todavía".
Reímos todos, y nuestra risa hace que deje de escucharse el borbollar de la olla donde hierve el té de yerbanís. Doña Rosa se atufa. Dice con enojo:
-Viejo hablador.
Don Abundio figura el signo de la cruz con los dedos índice y pulgar, se lo lleva a los labios y jura:
-Por ésta.
¡Hasta mañana!...