La piñata, la original piñata, lleva en sí profundas teologías.
Los siete picos que por tradición debe llevar representan los siete pecados más graves. Les damos de palos -"Dale, dale, dale, no pierdas el tino."-, y como recompensa cae de lo alto una lluvia de delicias.
Tengo un recuerdo infantil que no se va de mí. Juanita, la trabajadora doméstica en casa de mis padres -entonces ninguna se ofendía si le decían "criada"- me lleva a la posada de su vecindad. Se quiebra la piñata, y yo recojo las colaciones, pequeños dulces pintados de colores, que han caído a mis pies. Poco después le muestro mis manos a Juanita: las colaciones están blancas, y mis manos se han teñido de rojo, verde, azul, anaranjado... Sonríe levemente la hermana de Juanita. Viste de negro, pues hace unas semanas se le murió de difteria su hijito, de mi misma edad.
En mis sueños se me aparecieron anoche Juanita, su hermana vestida de luto, la piñata y las colaciones. Desperté y encendí la luz. Pensé si acaso tendría otra vez las manos teñidas de colores.
¡Hasta mañana!...