El cuarteto clásico está constituido por un violín primero, violín segundo, viola y violoncello. A este respecto, Johann Wolfgang Goethe solía afirmar que escuchar un cuarteto de cuerdas era como escuchar dialogar a 4 hombres sabios. Por ello surge la pregunta obligada, ¿qué es lo que hace especial a este tipo de ensamble de instrumentistas? Para responderlo, repasemos su historia en tres pasos:
Paso uno: el cuarteto tiene sus primeros orígenes hacia 1198 cuando el compositor francés Pérotin le Grand (“el Grande”) o en latín Magister PerotinusMagnus, escribiera su motete Viderunt omnes para 4 voces obligadas.
Paso dos: entre los siglos XVI y XVII la estructura a 4 voces es modelada en las “sonate a cuatro” o sonata a 4 partes de GregorioAllegri y Alessandro Scarlatti.
Paso tres: Franz Joseph Haydn lo perfecciona y establece su forma, su estructura y su lógica definitiva, lo que lo hace ser no sólo el padre de la sinfonía, sino también el padre del cuarteto de cuerdas. Realmente Haydn es el inventor del Cuarteto de Cuerdas.
Ahora bien, ¿por qué 4, por qué cuerdas y por qué esas voces? No se sabe a ciencia cierta, sin embargo, se especula que fue imitar o reflejar las voces de un coro. Otra posible razón por la que Haydn haya optado por los instrumentos de cuerda es que en ese momento su técnica de manufactura estaba llegado al más alto nivel en las manos de los luthiers Andrea Amati, Antonio Stradivari y Giuseppe Guarneri. Esto quiere decir que los instrumentos de cuerda nunca habían sonado de forma tan sensible y con tantas posibilidades de expresión. Por otra parte los arcos nuevos también permitieron producir efectos sonoros interesantes, ya que lo anteriores debían estar en contacto con la cuerda produciendo un sonido continuo. Con la nueva tecnología, ahora era posible hacer sonidos breves, e incluso hacerlo rebotar de forma grácil y elegante.
Todos estos avances técnicos permitieron también llevar a pequeños ensambles, en este caso 4 músicos, a grandes teatros, ya que en el pasado sus limitaciones sonoras les permitían solamente presentarse en salones o habitaciones palaciegas. Como si todo lo anterior no fuera suficiente, se añade el hecho de que a Haydn le tocó vivir en el movimiento artístico llamado Sturm und Drang, tormenta e ímpetu, que como su nombre lo indica, invitaba a los artistas en general a hacer énfasis en las emociones y en los sentimientos humanos.
El cuarteto de cuerdas se consolidó como el medio perfecto para crear contrastes y llevarlos al extremo con el objetivo de conmover a la audiencia. Estudiosos del corpus haydeniano afirman que fueron los cuartetos del Op 9, el origen de éste género, considerando que no fue sino hasta el opus 20 cuando se liberó totalmente la esencia del cuarteto, a saber: la independencia absoluta de los 4 integrantes. Ya no habría partes de acompañamiento, sino que todos tendrían “algo que decir”, de forma clara y contundente. Incluso en el cuarteto No 2 del Op 20, Haydn hace protagonista al cello, acto nunca antes visto en la música de cámara.
A diferencia de una sinfonía, un concierto, una misa, o una ópera, en donde necesariamente existen grupos de instrumentos con la misiva de acompañar o de desempeñar funciones armónicas, el cuarteto de cuerdas invita a sus integrantes a convertirse en contertulios, en entes dialogantes con identidad y propuestas propias, quizá por ello decía Goethe que escuchar un cuarteto de cuerdas era como escuchar dialogar a 4 hombres sabios… en un suspiro.