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Música en un suspiro

Satie y el Dadaísmo

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA.-

A finales del siglo XIX, los artistas franceses estaban hartos de la ortodoxia y tradición europea. Buscaban liberarse a toda costa del peso del antiguo régimen. Debussy y Ravel rompían con la línea melódica, así como lo hacían los impresionistas en la pintura. Por otra parte, el Dadaísmo, ese movimiento confrontativo que buscaba el absurdo, considerado por muchos como el "antiarte". Como movimiento surgió en 1916 en el Cabaret Voltaire en Zúrich, Suiza. Sus principales exponentes fueron el escritor Hugo Ball y el poeta rumano Tristan Tzara. El objetivo central del Dadaísmo era rebelarse contra la razón impuesta por el positivismo. Se trataba de hacer mofa de las estructuras y convencionalismos del gusto y de la estética burguesa.

Sin embargo, y como es de esperarse, este movimiento, no se quedó en la literatura, sino que se dejó ver también en la pintura, la escultura y en la música. El primer compositor considerado dadaísta fue el francés Erik Satie que viviera entre 1866 y 1925.

Quizá su obra más conocida son sus tres gymnopedias que al escucharlas nos dan una idea de una experiencia hipnótica postrada en un extraño estado de estatismo inmóvil, esto último generado por repeticiones de ritmos y armonías, aunadas a disonancias no resueltas. El no resolver armónicamente muchos de estos pasajes, dejan al escucha con una sensación de estar flotando, o al menos de no tener los pies en tierra firme. En 1903, el poeta, dramaturgo y director Jean Cocteau escuchó la obra de Satie "Trois morceaux en forme de poire", es decir, tres piezas en forma de pera, y tal fue su impresión que le encargó la música para un ballet en donde por cierto confluyeron el coreógrafo Sergei Diáguilev, el también coreógrafo y bailarín Léonide Massine y el mismísimo Pablo Picasso encargado del vestuario y de la escenografía.

El estreno fue en 1917 en el Chatelet de París bajo la dirección del gran Ernest Ansermet. La trama del ballet es muy sencilla. Es básicamente un desfile en donde tres grupos de artistas tratan de hacer cosas maravillosas para atraer gente a su espectáculo. La obra fue escrita literalmente para orquesta e "instrumentos ruidosos" que se unieron a la sección de percusiones. Así que junto a la orquesta existía un responsable de disparar una pistola, hacer sonar la sirena de un barco, una máquina de escribir, una hélice de avión y una botella de leche.

Como era de esperarse, esta obra generó un gran impacto en muchos sentidos: Para empezar Satie y Picasso juntos. La trama fue inspirada por los entretenimientos populares de París, algo que por cierto no era tan bien visto por la alta burguesía, ni por la élite del ballet. Muchos de los cuadros representaban las calles de París. Algunos de los vestuarios cubistas diseñados por Picasso tuvieron que construirse con cartón sólido, lo cual impedía el movimiento de los bailarines. La parte final presenta un ragtime como último recurso utilizado para convencer a la gente de ver su espectáculo.

Con todo lo anterior el estreno fue un verdadero escándalo, pues generó una batalla campal entre los espectadores ortodoxos y los de avanzada. Los unos abucheaban…, los otros vitoreaban. Sin embargo, el escándalo mayor se dio cuando, en respuesta a unos durísimos comentarios a Parade hechos por el crítico Jean Poueigh, Erik Satie escribió: Monsieur et cher ami - vous êtes un cul, un cul sans musique! Signé, Erik Satie. "Señor y querido amigo - usted es un estúpido, un estúpido sin música. Atte; Erik Satie". Esto le valdría al músico una sentencia de ocho días en prisión..., en un suspiro.

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