Si menciono la palabra "ingeniero", el común de la gente quizá tienda a pensar en alguien cuadrado, que hace de la matemática y la estadística su forma de entender y componer el mundo. Quizá haya algo de verdad en ello, sin embargo, ese enfoque es de suyo limitado y miope. Un ingeniero es aquel capaz de resolver problemas de forma eficiente y creativa con la mínima cantidad de recursos. Producto de su "ingenio" un ingeniero también debiera ser alguien capaz de concebir la belleza como algo sencillo y por lo mismo profundo y trascendente.
Estos atributos pueden fácilmente ajustarse a la filosofía plasmada en la 5ª Sinfonía, escrita por uno de los "ingenieros" más grandes de la historia: Ludwig van Beethoven. Ta-ta-ta-taaaa. Seguramente este es el motivo musical más conocido y famoso de la historia. Se le conoce también como la Sinfonía del Destino. La Sinfonía n°5 en Do menor, fue escrita en 1808 en un momento en el que Beethoven estaba casi totalmente sordo. El sobrenombre de "Sinfonía del Destino" se le debe a Anton Schindler, secretario y biógrafo de Beethoven. Schindler, afirma que cuando preguntó al compositor por las cuatro contundentes notas de inicio de la Quinta Sinfonía, Beethoven respondió: "So pocht das Schicksal an die Pforte" / "Así llama el destino a la puerta". Es literalmente "tocar la puerta". Si somos curiosos descubriremos que son sólo dos notas, la primera se repite tres veces y la segunda una vez, pero más larga. De esta manera se forma un patrón que se repetirá cientos de veces a lo largo de la sinfonía. Pero este tema fatídico viene de años atrás, específicamente de 1802.
En esta fecha Beethoven escribiría el documento que ha pasado a la historia como el Testamento de Heiligenstadt. En este emocionante documento, Beethoven revelaba su sordera que lo atormentaba: "Ha faltado poco para que me quitara la vida", "solo por el arte continúo en este mundo". El destino lo destrozaba, pero su espíritu fue mucho más fuerte.
El famoso patrón de 3 notas cortas y una larga de la Quinta Sinfonía lo hizo patente en el Andante de su Trio Op.8, en el Allegro de la sonata a 4 manos del Op 6, en el Finale de la 5ª Sonata para piano en Do menor, en el Presto del 5º Cuarteto Op 18, en la coda del 1er Mov del 3er concierto para piano y en la primera parte de su Sonata Op.57 Lo interesante es que la última vez que Beethoven lo utiliza fue en su Quinta Sinfonía.
En delante no lo usaría más en sus composiciones. El Destino estaba vencido. Beethoven tuvo que cambiar su vida debido a la sordera. Entendió que su carrera como pianista estaba acabada. El futuro estaría en la composición. Murió un Beethoven, pero nació otro más grande aún. De forma contundente dinamita los límites de la sinfonía con un nuevo lenguaje orquestal, con mayor intensidad y con mayor profundidad. En su Quinta Sinfonía, Beethoven grita: "Quiero enfrentar cara a cara el destino…, Yo soy el que decide, no él". La Quinta Sinfonía fue hecha por un ingeniero en toda la extensión de la palabra: Fue eficiente pues utilizó un mínimo de recursos. Fue efectiva porque logró trascender el tiempo y sobre todo, fue muy humana porque logró dejar claro que lo que nos hace humanos, es nuestro poder de decisión y nuestra pasión que tiene como objetivo trascender tocando corazones. Música en un Suspiro.