Probablemente ya vieron Don´t look up (No mires arriba) película en los primeros lugares de popularidad por estos días. Si no la han visto, recomiendo dispongan un par de horas para ver esta satírica ficción que, en la opinión documentada e irónica del famoso astrofísico Neil deGrasse se asemeja más a un documental, dicho esto con doloroso sarcasmo. La historia parte de la advertencia de dos científicos por el inminente choque de un enorme cometa con la tierra, lo que provocaría su destrucción, y nos presenta la diversidad de reacciones desatadas en la clase gobernante, redes sociales y medios de comunicación, así como en la ciudadanía en general.
Conforme se va desarrollando la trama comienza a ser evidente y hasta grotesca la forma como esta representación pinta la conducta no solo de gobernantes que todo lo valoran desde la rentabilidad electoral, sino también de unos medios de comunicación condicionados por lo fútil de la popularidad y el rating. Pero no se queda allí. La población en general también es pintada en la película como una masa acrítica, que suprime la evidencia en favor de la creencia y sustituye la ciencia por el espectáculo. De manera que la palabra de la ciencia se banaliza en los medios, se utiliza para fines políticos y de negocio por parte de las élites en gobiernos y corporaciones, y se convierte en pretexto para la caricaturización del supuesto diálogo en las redes sociales. Al final, el hecho constatado por la ciencia es transformado socialmente en objeto de creencia, debate, polarización, minimización y uso político. A la ciencia se le asigna un lugar especial en la bodega de la irrelevancia.
Una de las críticas e interrogantes en la película es la reacción de las masas ante lo obvio. El supuesto de que la evidencia científica no suscitaría debates sobre su validez es arrasado. Así como en la realidad real, en la película el argumento de la opinión propia tiene más peso que todo lo que la ciencia haya podido descubrir y confirmar. De igual manera, el espectáculo otorga o quita validez a lo descubierto más de lo que en su conjunto pueda dar un equipo científico.
La risa que suscita esta parodia llega a cansar cuando se cae en la cuenta de la disección que la película realiza de los comportamientos culturales en las sociedades homogeneizadas de las que somos parte. Si la posmodernidad cuestionó la solidez de los referentes que motivaron a las sociedades modernas (como el progreso, el desarrollo, la civilización, etc.), la post verdad hizo el trabajo que faltaba: hacer de la verdad un ingrediente reemplazable por la creencia o el espectáculo.
Hoy cualquiera persuade prometiendo lo imposible, pues sabe que lo importante no es la verdad, sino que le crean. Una de las consecuencias de lo anterior es que la democracia deja de ser un ejercicio ciudadano para convertirse en un reality show editable. El pienso luego existo, o incluso el siento luego existo, cede su lugar al "me dan like luego existo". La realidad como like. El like de las redes justifica los medios, se diría. En este ámbito de cosas, la validez científica pesa menos que la edición o el montaje de un video con imágenes falsas para redes sociales, porque la masa no cuestiona ni duda, sino cree o no cree, le gusta algo o no. Y punto.
Como ejemplo de lo anterior en la realidad real está el tema de la actitud ante las vacunas contra el COVID-19. Un equipo multidisciplinar de varios países publicó un estudio acerca de las actitudes hacia las vacunas a nivel mundial (Attitudes, acceptance and hesitancy among the general population worldwide to receive the COVID-19 vaccines and their contributing factors). Encontraron que las resistencias a vacunarse estaban motivadas por dudas acerca de la seguridad y eficacia de las vacunas, así como sus efectos colaterales y la rapidez con que se desarrollaron. En cambio, el deseo de tener la vacuna se asoció principalmente con la confianza a las autoridades sanitarias, el deseo de volver a la normalidad y la necesidad de proteger a quienes más riesgo tenían. La desconfianza fue hacia elementos sobre los que la ciencia respondía, en tanto la confianza se asoció a factores eminentemente subjetivos. Esta es la temperatura cultural del momento y así la retrata Don´t look up. Los riesgos para la cohesión social son tan grandes como el hueco que la razón e inteligencia humana están dejando a merced del espectáculo banal.
@EdgarSalinasU