el siglo de torreón / Adan Ramos Félix
El arte de tejer y trenzar hilos con las manos es una técnica que Abi Montes comenzó desde hace casi diez años, pero ha comercializado hace apenas tres.
Lo único que ha necesitado para hacer murales, colgadores de plantas, bolsas, tapetes, cortinas, collares y otros accesorios, son cuerdas, tijeras, sus manos, imaginación y mucho, mucho tiempo.
"Lo más complicado de esto es el tiempo, dividirme entre lo que hago y esto. Si el día tuviera cincuenta horas para mí sería mucho mejor porque hay muchas cosas que quiero hacer, me encanta que el hilo es muy noble y puedo hacer muchas cosas con él", dice Abi motivada.
Nudista Macramé es la marca con la que Abi ha vendido sus creaciones por medio de redes sociales o encargos directos derivados de la promoción de boca en boca que le han hecho sus clientes.
Sus primeros tejidos surgieron como hobbie, cuando estudiaba la preparatoria y veía videos tutoriales por internet.
"Un día en mi casa vi un video en Facebook donde hacían una pulserita que se parecía a un cinturón de macramé que yo tenía y me quedé viendo y preguntándome cómo le habían hecho para que los patrones quedaran así con el hilo y el color y fui a la papelería, compré mis hilitos y empecé a hacer pulseritas. Luego en Instagram empecé a ver post de murales y yo pensé: yo sé hacer eso.
"Después de tiempo lo tomé como desestres y hobbie, porque es muy terapéutico y porque tenía a mis bebes chiquitos. Luego mi hermana fue la primera que me compró un colgador y de ahí pensé que podía seguir haciéndolos", recuerda Abi.
Con el tiempo y la experiencia, la joven lagunera empezó a recrear murales que veía en internet y posteriormente se aventuró a hacer sus propios diseños, procurando ofrecer propuestas únicas y personalizadas a quienes gusten de comprar su trabajo.
"Una vez una chica me pidió un mural de atrapasueños y eran de todos los tamaños, medían 1.80 por 1.80 y yo hice el boceto como lo quería y al final estuvo bien padre porque el cliente me dejó hacerlo como quería", cuenta la creadora, que más allá de vender sus piezas, lo que busca en un futuro es llegar con ellas a un espacio donde puedan exhibirse como arte.
"Me gustaría mucho un día poder crear una exposición y que la gente pueda ir a ver las piezas. Mi sueño es estar en un museo, crear piezas que se vean como piezas de arte y no tanto como un producto.
"Perdería para mí todo el sentido hacer las piezas sólo por venderlas, cada pieza que hago le pongo un chorro de amor, me las quiero quedar siempre porque me gustan mucho. Si no me gusta un nudo y no me cuadra, lo deshago todo y otra vez lo hago, hasta que me guste. Le meto mucha cabeza, mucho corazón", asegura.