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Obesidad

JORGE GALVAN ZERMEÑO

Dentro de las secuelas observadas durante la pandemia es frecuente que el paciente refiera un aumento de su peso corporal y obviamente las consecuencias asociadas. 

Se considera como obesidad como una enfermedad en la que las reservas de energía almacenadas en el tejido adiposo se incrementan hasta un punto que condiciona alteraciones de la salud. Un parámetro para considerar si el paciente se encuentra en este trastorno de salud es el IMC (Índice de Masa Corporal, Índice de Quetelet), el cual se obtiene dividiendo el peso entre la talla expresada en kilogramos por metros al cuadrado, y se considera este problema cuando este se encuentra en un punto igual o superior a 30 Kg/metro cuadrado, se presupone la presencia de algún otro trastorno al índice mayor de 35 y como obesidad severa o mórbida al IMC superior a 40. 

Los índices de normalidad considerar a individuos que se encuentran entre 18.5 y 24.9; con sobrepeso a los que estén en el rango de 25 a 29.9Kg/metro cuadrado 

La obesidad es parte del llamado Síndrome metabólico, por las enfermedades asociadas como la diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial y las repercusiones de estas. Su origen es multifactorial y va desde la carga genética, hasta aspectos psicológicos y ambientales.

Por lo que se considera como obesidad endógena cuando esta tiene un origen de tipo metabólico y exógena cuando los factores para desarrollarla son por alimentación excesiva. 

En la actualidad la expansión de este problema de salud alcanza proporciones mundiales, y se considera como un factor predisponente de importancia para trastornos y alteraciones del sueño (ronquido, apnea del sueño, somnolencia), osteoartritis, disfunción sexual, etc. 

Las herramientas para el ataque de este importante problema de salud van desde las medidas higiénicas (alimentación y ejercicio) adecuadas para corregir el trastorno, hasta el manejo quirúrgico del mismo en casos severos, y puede ser prevenible con un buen seguimiento médico desde la etapa perinatal, hasta la revisión pediátrica periódica, ya que la composición corporal varia en las diferentes etapas desde el nacimiento hasta la adolescencia, por lo que es importante vigilar el equilibrio en el desarrollo, y así mismo instruir o guiar a los responsables en la formación del niño en las medidas adecuadas para un crecimiento sano. 

En la edad adulta es importante resaltar que no existen productos mágicos y que el equilibrio entre un adecuado plan de alimentación y actividad física serán fundamentales para mantenerse en los parámetros corporales adecuados redundara en un modo de vida saludable. ¡Hasta la próxima! 

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