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LAS ROSAS Y EL CAMPESTRE

Justificada y comprensible la indignación de los vecinos residentes de estas dos colonias de Gómez Palacio; la irritación los llevó a manifestarse públicamente bloqueando las vialidades más importantes de la Ciudad, con el propósito de llamar la atención de las autoridades para que pongan fin al caos de tránsito que se registra en dichos sectores urbanos.

Con razón actúan así los colonos de dichos fraccionamientos: desde hace muchos meses, quizás años, vienen sufriendo y soportando la destrucción del pavimento de sus calles por las máquinas del gobierno del Estado de Durango que, para reponer las líneas del drenaje, abren zanjas, rompen tuberías, dejan alcantarillas abiertas con la tapa levantada, poniendo en peligro a transeúntes y automovilistas, que resienten serios daños a sus unidades automotrices.

Reconociendo que se trata de acciones que el gobierno realiza para beneficio colectivo, sobre todo en un tema tan delicado como es de la salud pública, que tal es la reposición del drenaje, es claro y evidente que dichos trabajos se están realizando sin ninguna planificación previa, pues abren un tramo de pavimento, y sin terminar la reposición de tubos y válvulas, lo dejan abierto y se pasan a otro segmento donde hacen la misma operación, impidiendo el libre paso y circulación de los autos de los vecinos que, resignados, tienen que soportar enormes cantidades de polvo que se introduce a los hogares produciendo daños a muebles y cortinajes, además de los males respiratorios que genera en infantes y adultos mayores.

Además se observa que algo sucede con la calidad y la eficiencia, pues abren de nuevo donde ya habían excavado e inclusive tapada la zanja; es decir, excavan dos veces en un mismo lugar, lo que irrita más a los vecinos, que al verlos llegar sólo pueden decir: "ahí vienen otra vez". Lo correcto sería que abrieran la zanja, instalen lo que tengan que instalar, tapen, dejen terminado el trabajo y pasar a otro donde realicen la misma operación. También se advierte que cuando "terminan" , al tapar la zanja no apisonan bien la tierra y dejan enormes pozos que son verdaderas trampas mortales.

Hay casos de vecinos que de manera muy severa han resultado afectados, pues la zanja o excavación la llevan a cabo exactamente frente a la puerta de entrada del auto a la cochera o garaje, lo que es más irritable para los vecinos que, además, tienen que aguantar el molesto ruido de las máquinas.

Son cuadrillas de trabajadores que, aparentemente, se mandan solos, pues no se nota a la vista ningún jefe o director, y cuando se les pregunta por él para elevar la queja, los operarios se limitan a contestar: "pos, es el Inge".

La imagen que presentan estas dos colonias, antaño señoriales, limpias y tranquilas, donde tienen sus hogares familias de nivel económico medio superior, recuerda al panorama que ofrecía el centro de nuestra ciudad en la época de la administración municipal de Jesús Ibarra Rayas (1972) cuando fue "tasajeado" por los hermanos De la Garza, de Monterrey, que operaban el sistema de agua potable de Gómez Palacio como empresa privada, se llamaba entonces Demapa; fueron tantas las zanjas que se abrieron que los humoristas lo rebautizaron con el nombre de "sanjas cinto", y tanta la indignación e irritación del pueblo que le costó la salida de la presidencia al extinto líder cetemista. Gómez Palacio daba la impresión de una zona bombardeada.

Se quejaba don Jesús de no haber recibido ayuda del gobernador: "Páez Urquidi me dejó solo, no me apoyó", decía.

En la situación actual de las colonias Las Rosas y El Campestre, el ayuntamiento gomezpalatino ya se deslindó de cualquier responsabilidad al decir que es una "Obra a ejecutada por el gobierno del Estado", y ha de ser porque así se lee en una malla de madera que bloquea el paso y nos impide avanzar. Pero que no haga confianza la autoridad municipal, porque para la gente el gobierno es el gobierno, no sabe de límites federales, estatales o municipales: es deber de la autoridad municipal proteger y defender los derechos de los ciudadanos. Si dichos trabajos están a cargo del gobierno estatal, pues que el Ayuntamiento le exija que le dé celeridad a los mismos y que tengan mejor planificación. Así estará cumpliendo con su deber como representante del interés ciudadano.

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