ESTADO FALÁCTICO . . . SOFÍSTICO Aunque ha transcurrido la mitad de su periodo constitucional, todavía se carece de datos precisos y confiables que permitan emitir un juicio de valor, o una calificación al sexenio que preside el propietario del partido Morena ; por ende, lo que de manera unilateral ha venido llamando Cuarta Transformación el propio ejecutivo federal, con el inocultable propósito de que su gestión sea caracterizada por un cambio positivo que hasta ahora no se ha visto, equiparando su periodo a los tres grandes movimientos que ha tenido nuestro país, puede considerarse que la citada transformación es tanto como una falacia o un sofisma; de aquí el título de este trabajo.Título que para escribirlo correctamente, debiera ser "un Estado con gobierno faláctico y sofístico"; éstos no son términos marcianos ni venusinos. El primer vocablo deriva de falacia, y el segundo es relativo al sofisma. Nuestra tarea es investigar que significa o qué es falacia y qué significado tiene el vocablo sofisma; ambas figuras pertenecen al campo de la Lógica. Griegos y romanos fueron quienes hicieron el estudio del silogismo, consideraron a éste como una argumentación consistente en la que de dos proposiciones llamadas premisas se infiere una tercera llamada conclusión. Este es el ejemplo clásico: Todos los hombres son mortales; Jesucristo y Mahoma son hombres Luego, Jesucristo y Mahoma son mortales. Cuando las premisas no son verdaderas, se llega entonces a una conclusión igualmente falsa. A esta errónea figura se le conoce como sofisma, el cual puede definirse como la argumentación engañosa que disfraza la mentira con el ropaje de la verdad. Algunos ejemplos: Todos los políticos son deshonestos; El Presidente es político; Luego, el Presidente es deshonesto. Este es un sofisma, también llamado falacia, porque la argumentación parte de una premisa falsa, al asumir que "todos" (premisa universal afirmativa falsa), pues lo correcto sería decir "algunos" políticos son deshonestos, y entonces no se obtiene la conclusión dada en el ejemplo anterior. La falacia es semejante al sofisma porque presenta un argumento engañoso que distrae la verdad, cuando en el fondo se trata de una mentira. Los teóricos pretenden diferenciar la falacia del sofisma atendiendo a simples sutilezas, pero en la práctica son lo mismo, pues ambos expresan una mentira vestidos con la verdad. Falaz es el mentiroso, el que engaña, el falso. Sofístico es el argumento mendaz. Vistos y dichos así los argumentos, puede considerarse que es una falacia lo que de manera unilateral el Presidente ha venido llamando Cuarta Transformación, anticipándose al resultado de la actuación de un sexenio que sólo va a más de la mitad del camino; no se conoce aún el comportamiento de los funcionarios que encabezan la actividad oficial de las diversas secretarías y dependencias de la administración pública federal, la centralizada y la descentralizada; funcionarios que por él fueron designados y que no están exentos de cometer errores e incluso incurrir en conductas indebidas que pueden ir desde simples faltas administrativas hasta acciones u omisiones tipificadas como delitos, y ser graves éstos. No es saludable ni conveniente adelantarse a los acontecimientos, dando por hecho lo que aún no sucede o no se sabe, cómo sí inevitablemente sucederá, para evitar caer en enojosas e incómodas situaciones como las del viejo y famoso cuento popular "por eso las hacen pandas". Lo ideal y lo deseable es que esto no suceda, sino que efectivamente se provoque un cambio radical en conductas, actitudes y acciones de los funcionarios de todos los niveles y direcciones y de las propias instituciones que con su trabajo conduzcan a una transformación. De darse este panorama, estaríamos ante una realidad que no admite controversia. Transformar es cambiar radicalmente un estado de cosas por otro totalmente distinto; transformar es hacer que los pobres dejen de serlo; que el salario sea suficiente para satisfacer las necesidades mínimas de la familia. Que los mexicanos, todos, tengan acceso a los beneficios de la educación y la cultura; que los servicios de salud que ofrece el gobierno tengan una cobertura tan amplia que alcance a todas las familias de este México nuestro; que no haya mexicano en edad laboral que carezca de empleo; sobre todo combatir con decisión la violencia y la impunidad, así como su consecuencias para que los mexicanos podamos vivir en un clima social de seguridad, de tranquilidad, en fin, que haya progreso, crecimiento y desarrollo. Esto hasta ahora no se ha visto-. La gente espera que en verdad haya un cambio sensible en la estructura y el ejercicio del poder; que éste se ejerza con sentido democrático, pensando en el bienestar de mujeres y hombres mexicanos que más apoyo necesitan; que se dé un cambio de actitud en el tratamiento de los problemas. Que la acción gubernamental sea transparente, que no se diga una cosa y se haga otra distinta. Que el Presidente sea claro, directo, transparente, objetivo cuando se le pregunta algo, pues en sus conferencias matutinas evade la interrogación, contestando una cosa muy distinta, a veces superflua y frívola. Mucha de la gente del pueblo que creyó en las promesas hechas y en los compromisos adquiridos por el candidato que hoy es Presidente de la República; muchos de esos mexicanos aún esperan la seguridad y tranquilidad prometidas que les permitan desarrollar sus actividades en la escuela, en el taller, en la oficina, en la fábrica, en el campo en un clima de paz y armonía. Que se les hable claro; que las tesis políticas dejen de ser sofismas y se conviertan en silogismos. Que no se diga una cosa y se haga otra muy distinta. Entonces, ya podrá decirse que México está en camino de la transformación; que lo que López Obrador prometió como candidato, lo está cumpliendo como Ejecutivo. Entonces podremos afirmar válidamente que su propuesta ha dejado de ser un sofisma o falacia para convertirse en silogismo.
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