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MANYE CASTIL

La Violencia 

Un capítulo terrible para nuestro futbol se escribió ayer en el estadio La Corregidora de Querétaro. Hasta el momento, las cifras oficiales hablan de 26 heridos, dos de gravedad y algunos ya fuera de peligro, ningún fallecido. Mientras les escribo estas líneas, el debate lamentablemente sigue siendo si la autoridad está escondiendo muertos y nos está mintiendo sobre lo sucedido. La estridencia sigue reinando aún a más de 24 horas después del lamentable suceso. A ver, no es para menos y es normal que sigamos en shock pero ya hay que bajarle a la estridencia. Sobre todo los que nos dedicamos a esto. De otra manera poco vamos a ayudar a que el tema se resuelva. 

Pedir 500 años de cárcel a todos, que nos quiten el Mundial de 2026 y que nuestra Liga desaparezca no va a servir de absolutamente nada. Quedarán si como tuits muy populares y recibirán el aplauso fácil. Ya, tranquilidad por favor. Nuestra Liga y el futbol seguirán. El tema que si es muy delicado es el de posibles fallecidos que quizá la autoridad no ha querido reportar. Eso con el paso de las horas se va a terminar aclarando, en estos tiempos es imposible ocultar el fallecimiento de alguien en semejantes circunstancias tan expuestas en todas las formas posibles de hacerlas públicas. Yo he decidido confiar en las versiones oficiales de las autoridades y dejarle al tiempo que los desmienta en caso de estar ocultando algo. 

Deseo de todo corazón que no haya ningún fallecido y que todos los heridos se recuperen, sin embargo, no quiero estar todas las semanas deseando lo mismo cuando haya futbol, por lo menos no en la liga de mi país. Por eso son inaplazables las soluciones reales que pueden acabar con la violencia en las tribunas y que los primeros que las saben son los dueños de los equipos. La medida inicial y que acabaría con muchos problemas es que los clubes que financian a sus barras bravas dejen de hacerlo de inmediato, basta, ni un peso más a esos barbajanes que viven de esta actividad y que irremediablemente mutan en criminales y diversifican sus actividades dentro y fuera de los estadios. 

En Argentina el problema de barras bravas tiene décadas. Hoy hay una aparente calma pero es provocada porque a esas organizaciones ya lo que menos les importa es el futbol. Dichos grupos ya han ampliado sus actividades ilícitas. Ya se dedican al narcomenudeo en su ciudad ya no nada más en el estadio. Son también ya grupos de choque al servicio de algún político que lo solicite, bloquean calles, revientan eventos públicos, basta con ver lo que hicieron las barras bravas en el velorio de Diego Armando Maradona en Casa Rosada, busquen en Google el video del Presidente Alberto Fernández rogándoles se controlen con un megáfono, si, no exagero, en Argentina las barras ya doblaron a todos los poderes. 

En México ya estamos contaminados pero aún estamos a tiempo de deshacernos de ese cáncer. Los dueños saben bien qué hacer. Ojalá no les tiemble la mano. 

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