Con gran regocijo y con la venia del Señor, hoy doy una vuelta más a la hoja de mi viejo calendario. Qué temprano se me hizo tarde, la vida pasó tan de prisa que mi alma no alcanzó a envejecer al mismo tiempo que mi tronco atardecer, pero no es la edad que tengo, sino lo que mi corazón siente y mi mente mande, está mi edad más que agradecida disfrutando un año más de vida. A mis viejos años llegó la paz a mi conciencia, me siento libre de pecados, pues ya no recuerdo como son, siendo mis únicos vicios, mis nietos y mi profesión. Que importa los años que tengo, lo que vale es como me siento, tengo los años que necesito para decir a la vida. ¡Vida estamos en paz!.
Antes de abordar el tren de mi partida, llegó el milagro más grande de la vida, la dicha inmensa de ser Abuelo, ahora comprendo por qué, hasta las últimas hojas del calendario llegan los nietos, nos regresan la juventud olvidada, reviviendo la historia de amor de nuestro viejo matrimonio, siendo los hijos el testimonio de nuestra unión, y los nietos, la confirmación de ese antiguo enlace. El viejo hogar vuelve a florecer en el otoño de nuestras vidas, los nietos nos dan los besos que ya nadie nos da, son la alegría de las mañanas, el bálsamo al dolor, el sueño a nuestros insomnios, la calma a las angustias, la salud a las enfermedades y la razón de no morir aún. Siempre serán nuestros pedacitos del alma, nuestros consentidos de toda la eternidad.
En el transcurso de más de cuatro décadas dedicadas a las pequeñas criaturas, una de las experiencias más gratas, es reintegrar la salud a los pacientes. Sin darme cuenta envejecí aceleradamente con aquellas preocupaciones que me hacían perder el sueño, cuando menos acordé mi cabeza pintaba canas. Sentía como se iban los años cuando tenía que dar la noticia al dueño de la mascota, que jamás despertó de la anestesia, cuando no encontraba explicación a esa enfermedad, mientras todos los signos y exámenes eran normales, mi paciente agonizaba. A nuestros años, ya no tenemos que esperar a que pase la tormenta, tenemos que subsistir bajo ella, jamás darnos por vencidos, sacar ventaja de las adversidades que siempre existirán.
Con sesenta y seis años a cuestas, no hay como gozar de una conciencia tranquila. Jamás hice una fortuna material, el continuar con trabajo y el saludo de los clientes, con una sonrisa sincera, y conservar la devoción de mis grandes amigos de toda la vida.. "Es la mayor de las riquezas que un hombre pueda poseer".
Recobrar la salud de los pacientes, es la mejor medicina para rejuvenecer el alma, aunque al vernos al espejo notemos una arruga más en el rostro, será el mejor indicio para demostrar que.. "Aún estamos con vida". Y continuar desempeñándonos los veterinarios viejos, como Abuelos.. "Jóvenes por dentro y viejos por fuera"
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