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Pequeñas especies

Yo no fui

M.V.Z FRANCISCO NÚÑEZ GONZÁLEZ

En esta ocasión "Bingo" se encontraba sin la chispa que le caracterizaba, por lo regular siempre que visitaba la clínica parecía sonreír, pero ahora se notaba completamente indiferente.

Su dueña lo había llevado a consulta al notarlo triste y sin apetito, se trataba de un perrito de la raza "poodle" de un año de edad, de siete kilogramos de peso, con una capa espesa de pelo blanco.

Al auscultarlo todo parecía normal, temperatura, respiración, corazón, etcétera, ligeramente deshidratado y más delgado, notaba la preocupación de su dueña, le pregunté si había presentado vómito, diarrea, tos, o cambios de alimentación, administración de medicamentos, etcétera... contestaba negativamente a todo, no había nada fuera de lo común.

Esperaba de un momento a otro la pregunta obligatoria, que aún no tenía la respuesta. "¿Qué tiene mi perro doctor?" Lo indicado en estos casos para apoyarnos en un diagnóstico, son los análisis de laboratorio, pero aún no terminaba de revisarlo.

Que importante es una buena anamnesis para encontrar algún indicio de la causa del problema, y así darnos una idea de la enfermedad que padece. Las mascotas no necesitan hablar para indicarnos que algo anda mal en su organismo, su expresión es más que elocuente para decirnos que está enferma, pero en este caso pensaba en mi interior, "¿dónde te duele amiguito?", cuando estaba por último revisando su cabeza, oídos, ojos, orificios nasales, solo faltaba revisar la boca, cuando intente abrirla… ¡Había encontrado el mal!

Solo que no me dio gusto por la gravedad del caso. "Bingo" tenía una liga alrededor del hocico que le impedía abrirlo, y al parecer llevaba varios días con ella, había traspasado la liga, piel, músculos y mucosas bucales, se encontraba hasta los huesos maxilares, empezaba la formación de pus y tejido necrótico.

Se recomendó a la dueña operar de urgencia a su mascota, a lo cual accedió. Debido al abundante pelo que tenía alrededor del hocico, no fue posible la detección de la liga a simple vista, ya que al penetrar la piel, esta cubrió a la liga completamente, y el perrito no pudo abrir la boca durante días, su dueña al haber llevado a consulta al verlo triste, evitó un desenlace fatal.

Contaba con tres hijos pequeñines, y se encontraba mortificada por el origen de la liga. Afortunadamente la recuperación de "Bingo" fue magnífica, y continuó durante años como paciente de la clínica, con su agradable carácter de siempre. Sus tres dueños, entonces niños de cinco a diez años, ahora adultos, cuando llevan a la clínica a sus propias mascotas, les vuelvo hacer la misma pregunta de hace años. "¿Quién fue el de la liga?" Y el menor, quién era el más travieso, con una sonrisa pícara y delatora, siempre se adelanta a contestar.

"¡Yo no fui!"

pequenas_especies@hotmail.com

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