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¿Por qué vota la gente como vota?

JUAN LUIS HERNÁNDEZ AVENDAÑO

Uno de los objetos de estudio más interesantes de la Ciencia Política es el comportamiento electoral, es decir, indagar por qué la gente vota como vota. En general, desde hace doscientos años, desde que surgieron los partidos políticos en occidente, se han identificado seis razones, tres estructurales y tres coyunturales.

Las tres razones estructurales o de largo plazo son las familiares, las ideológicas y las de identidad partidista. Todavía hasta no hace mucho tiempo, estas razones explicaban buena parte de la participación electoral traducida en votos. Muchos hijos votaban como sus padres, otros se identificaban como de izquierda o de derecha y no importaba el candidato o el partido, siempre y cuando fuera de determinada inclinación ideológica. Seguramente varios de los lectores identificarán a personas cuya identidad partidista sigue siendo importante para votar por cierto partido aunque no vaya a ganar.

Estas razones, como se aprecia, no son racionales. Son enteramente subjetivas, pero han moldeado la historia electoral de casi todo el mundo en más de siglo y medio. Estas razones estaban detrás de las siguientes afirmaciones: "dime dónde vives y te diré por qué partido votas"; o bien, "dime qué periódico lees y te diré qué partido es tu favorito", o también, "tu clase social delata tu inclinación partidista".

Algunas de estas afirmaciones se han relativizado en los últimos años, pero siguen estando vigentes en muchas personas. No podré olvidar jamás la pregunta que me hizo una mujer de alta posición socioeconómica en Puebla hace un par de años cuando en un seminario me preguntó: "profesor, por qué mi voto vale lo mismo que el de mi muchacha". Votar o inclinarse por algún partido sigue siendo profundamente emocional y detrás hay mucha historia personal, muchas experiencias sociales y prejuicios históricos en todos los votantes.

Las otras tres razones, esta vez coyunturales, que explican la conformación del voto son: el candidato, las campañas y el voto retrospectivo por quien está gobernando. A finales del siglo XX estaba ya muy consolidado el patrón de la personalidad de los candidatos que estaba rebasando a las capacidades territoriales de los partidos. Comenzó a definirse que "candidato mata partido". El carisma, la experiencia, el perfil del candidato emergió como espuma para debilitar a las estructuras partidarias y dejarlas en segundo lugar.

Las campañas han ocupado ya un lugar central para definir votos. Los partidos y los candidatos gastan millones en creativos que diseñan campañas con narrativas espectaculares, ruidosas, pegadoras. "López Obrador es un peligro para México" fue la frase que hizo ganar a Calderón en 2006. Ahí la campaña definió los votos. Y las campañas se volvieron también guerras del lodo, obligaron a los votantes a definirse por quién no votar y por lo tanto mirar a un candidato que pudiera evitar el triunfo de un hipotético enemigo del pueblo, de la nación o del país.

Pero también los votantes observan cómo está gobernando quien está gobernando y puede definir su voto a partir de lo bien o la mal, que a su juicio, lo esté haciendo. Así algunos votantes han decidido reelegir alcaldes o diputados locales, pero también muchos votantes están reprobando gobiernos de ciertos partidos y están forzando alternancias.

Desde que México tiene elecciones más competidas los seis factores explican el voto de los mexicanos, a veces parece ser el candidato en combinación con la campaña lo que hoy define el voto mayoritario, pero los triunfos de Morena en las pasadas elecciones subnacionales en las que se renovaron 6 gubernaturas, hablaría de una tendencia para votar por un nuevo partido mayoritario que puede convertirse en hegemónico.

Lo más relevante de las últimas elecciones no es quién ganó y quién perdió, sino que aparece con más fuerza el poder del voto, el poder de los ciudadanos para premiar o castigar a un partido o a un candidato. Sorprende para bien ver a 12 candidatas que compitieron para gobernar sus estados y los votantes eligieron gobernadora en Quinta Roo y en Aguascalientes.

El votante generó alternancia en 4 de los 6 estados, pero no está dando un cheque en blanco a los morenistas. No se aprecia que el votante vaya a esperar 7 décadas para cambiar de partido a nivel nacional. Hoy el votante es mas impaciente, exige más y espera más de sus gobiernos. Por ello, en muchos municipios que ganó Morena en 2018 ya han ido a parar a otros partidos en 2021, y como sucedió en Gómez Palacio, el PRI retomó lo que antes había ganado Morena. Hoy el comportamiento electoral no da para triunfalismos vanos ni derrotismos permanentes. Lo que toca es hacer buenos gobiernos y los votantes actuarán en consecuencia.

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