FOTO: Fernando Compeán/ EL SIGLO DE TORREÓN
La mañana de este sábado, el Instituto Municipal de Cultura y Educación (IMCE), autoridades estatales y federales, así como miembros del gremio teatral de La Laguna, realizaron un emotivo homenaje en Casa Mudéjar al creador escénico Rogelio Luévano, esto dentro de la 42.ª edición de la Muestra Nacional de Teatro.
La ceremonia fue encabezada por Nora Maneck, creadora escénica y esposa de Rogelio Luévano; el arquitecto Antonio Méndez Vigatá, director del IMCE; Daniel Miranda Cano, coordinador nacional de Teatro en el INBAL; Ana Sofía García Camil, titular de la Secretaría de Cultura de Coahuila y Teresa Muñoz, actriz, escritora y alumna del maestro Luévano.
“Sabía cómo romper nuestros límites, nuestros pudores, nuestros tabúes y eso, en el arte como en la vida, es la base de todo proceso creativo. Estoy segura de que el estar aquí, para la mayoría de nosotros, es la prueba de que nos enseñó a crear lazos vitales, indispensables en nuestro diario recorrer del mundo”, comentó Teresa Muñoz en su intervención.
Fallecido en 2004, Rogelio Luévano es un personaje esencial cuando se habla de las artes escénicas en la Comarca Lagunera. Su currículum incluye haber sido director del taller y la compañía de Teatro Universitario de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC); coordinador y maestro de teatro de la Casa de la Cultura de Torreón; docente del Centro Universitario de Teatro (CUT) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del Centro Universitario de Monterrey y de la Casa del Teatro.
Además, el maestro formó toda una escuela de actores y directores de teatro, entre ellos el reconocido Humberto Zurita y Virginia Valdivieso. Llegó a trabajar al lado de grandes personajes como Vicente Leñero, Luis de Tavira o Víctor Hugo Rascón Banda. Incluso llegó a conocer a Ludwik Margules.
En la escena local, su nombre continúa generando admiración y despertando recuerdos entre quienes lograron convivir con él.
Al tomar el micrófono, Nora Maneck compartió anécdotas de quien fuera su compañero de vida. Describió el episodio sobre cómo se conocieron y algunos momentos clave, poblados de altibajos en la carrera del maestro.
“Rogelio ha trascendido en todos los sentidos, como artista, como ser humano, en todos los sentidos. Hay miles de personas que recuerdan su humor […], porque la trascendencia no depende de uno, depende de los demás, de los recuerdos de los demás”.
Maneck señaló la necesidad de realizar homenajes como este en Torreón, pues el legado de Luévano sigue mostrándose a través de sus alumnos, ahora convertidos en maestros, que transmiten parte de su mensaje a las nuevas generaciones. Enseguida, leyó el texto Cartas a un joven poeta, de Rainer Maria Rilke, uno de los autores esenciales para Rogelio Luévano, luego develó una placa junto a las autoridades.
“Esta placa no sé dónde vaya a acabar, pero sí creo que el lugar que se lo merece, el lugar que se merece esa placa, es el Teatro Isauro Martínez y no a la inversa. ¿Por qué? Porque Rogelio está en la mente de todos, es una mente que viaja por todo el universo y pues el que lo quiera cachar, bien. Esta placa sería para el lugar que él llenó, donde él propició el teatro de La Laguna, en su tiempo de los más importantes movimientos”.
