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La producción de jitomate representa uno de los subsectores más competitivos del país y ha convertido a México en una potencia agroexportadora, por lo que es importante redoblar esfuerzos en investigación y mejoramiento genético para que los productores obtengan mejores frutos a menor costo, resaltaron investigadores y funcionarios.
El académico de la Universidad de Guadalajara, Eduardo Rodríguez Guzmán, señaló que la diversidad genética del tomate en México -su principal centro de domesticación- no está descrita ni protegida, por lo que es necesario un esfuerzo transdisciplinario para identificar, conservar e investigar estos recursos genéticos de importancia mundial.
En el marco del conversatorio académico realizado como parte del evento Nuestra Riqueza: El Jitomate, el experto remarcó el potencial de la agrodiversidad del tomate como herramienta de investigación que puede ayudar a comprender la regulación ambiental de la bioquímica vegetal en diferentes climas.
Expuso que México cuenta con regiones y municipios donde se registran poblaciones nativas, cultivadas o silvestres bajo conservación in situ, que son almacenadas en bancos de germoplasma como La Frailesca, Chiapas; Juchitán de Zaragoza, Oaxaca; Sierra Norte y Tuxtepec, Oaxaca; Valles Centrales, Oaxaca y José María Morelos, Quintana Roo.