Este lugar fue creado hace cinco años, bajo la iniciativa de trabajadores del sistema, con el fin de salvar la vida de los perros que descienden a los carriles del tren y, además, de servir como refugio temporal mientras se les encuentra un hogar después de que son rescatados.
Se estima que, en nuestro país, hay más de 23 millones de perros y gatos; de los cuales, alrededor de un 70% se encuentran en situación de calle. La mayoría de estos "peludos" viven diariamente expuestos al frío, al hambre, a todo tipo de accidentes, así como a la muerte.
Tal es el caso de los ejemplares que llegan a caer a las vías del Sistema de Transporte Colectivo Metro. "Debido a la oscuridad que hay en las interestaciones o túneles, corren el riesgo de ser arrollados o electrocutarse por la corriente", dice Gabriela González Villicaña, veterinaria responsable del Centro de Transferencia Canina (CTC).
Este lugar fue creado hace cinco años, bajo la iniciativa de trabajadores del sistema, con el fin de salvar la vida de los perros que descienden a los carriles del tren y, además, de servir como refugio temporal mientras se les encuentra un hogar después de que son rescatados.
"Anteriormente, cuando un perro caía a las vías, el tren debía continuar su marcha para no retrasar el servicio a los usuarios. No obstante, ahora está autorizado el corte de corriente para poder bajar por ellos", señala la médico veterinaria zootecnista con especialidad en fisiología y fisioterapia.
Como su nombre lo indica, este centro se encarga de atender exclusivamente a canes, y solo a aquellos que se encuentran en situación de riesgo (los hallados en carriles o interestaciones), no a los que deambulan por las escaleras, andenes u otros espacios de las instalaciones del metro de la CDMX.
Los responsables de este lugar no llevan a cabo directamente los rescates, sino el área de protección civil del sistema de transporte colectivo metro (encargados también del traslado de los "peludos") o, incluso, el personal a cargo de la transportación, es decir, los conductores o jefes de estación.
Para recibir a un perro en el refugio, la única condición es que llegue con vida. "Desafortunadamente, nos ha tocado realizar amputaciones de patas o de colas, así como atender heridas graves de cojinetes", cuenta la veterinaria responsable del CTC.
DE LAS VÍAS A UN HOGAR
Hasta hoy, este centro ha rescatado a 421 canes; de los cuales, 373 han sido adoptados y 28 más han encontrado a su dueño gracias a la difusión que se da en redes sociales. "Hemos recibido todo tipo de razas: french poodle, chihuahua, husky, pitbull, así como criollos de talla grande y extragrande.
"Las personas adoptan más a los perros de raza pequeña, mientras que los grandes tardan más en encontrar un hogar. Todos, sin excepción, se entregan esterilizados y desparasitados. En ocasiones, si tenemos vacunas donadas, también se dan inmunizados", apunta Gabriela González Villicaña.
Para iniciar el proceso de adopción, se puede acudir al Centro de Transferencia Canina para conocer a los ejemplares. Asimismo, es necesario entregar una copia de identificación oficial y comprobante de domicilio, así como llenar un formato especial para saber si el futuro dueño ha tenido mascotas, con cuánto espacio cuenta en casa, cuánto dinero piensa destinar para su cuidado, entre otros aspectos.
"La entrevista es muy importante ya que vemos cómo tratan a los perros. En muchos casos, damos prioridad a las familias con niños, pues han demostrado que pueden hacerse cargo de ellos. Posterior a la adopción, damos seguimiento a través de fotos o videos que las personas nos comparten", cuenta la médico veterinaria zootecnista.
Si bien el CTC cuenta con el apoyo del Metro (en cuestión de instalaciones, limpieza y reparaciones del lugar), no tiene un presupuesto asignado, por lo que el alimento, accesorios (correas, collares o platos) y materiales de curación provienen de donaciones. Éstas se reciben en el centro únicamente en especie y no se acepta dinero en efectivo.
También están abiertos a recibir visitas para convivir con los perros y ayudar a pasearlos dentro de los espacios, sobre todo para quienes son amantes de los "peludos" y quienes desean cooperar pero no cuentan con los recursos económicos. El fin es brindar amor a estos seres que conocen el peligro de la muerte.
