En tres días más El Siglo de Torreón cumplirá un centenario de vida. Para los que trabajamos en esta casa editora creo que es motivo de satisfacción y orgullo y también de mucha responsabilidad.
El Siglo nació en modestas oficinas en el sector Alianza de Torreón, en la década de los 20, todavía ahumando los fusiles de la Revolución Mexicana que iniciara Francisco I. Madero en 1910 y que después derivara en una lucha de caudillos. Este medio nació si bien dentro de un México convulsionado, pero también lo hacía particularmente en una región que crecía aceleradamente entre el boom algodonero y la actividad comercial que se facilitaba por el cruce de las vías del ferrocarril que justamente se dio en Torreón.
Casi a la par de su reconocimiento como ciudad, el 15 de septiembre de 1907, apenas casi 15 años después El Siglo ya estaba en las calles para dar cuenta del acontecer mundial, nacional y por supuesto el lagunero.
Y fue justamente el carácter lagunero lo que le ha dado mucha identidad a este medio, que hoy está apenas a unas horas de cumplir su siglo de permanencia y que se esfuerza, como lo hizo en el pasado, en mantenerse siempre como un referente informativo de fiar para todos aquellos que acudan ahora a nuestros espacios y enterarse del acontecer público.
Por supuesto que no ha sido fácil llegar a estos cien años. La Compañía Editora de La Laguna, editora de El Siglo, como cualquier negocio de carácter privado, vive de acuerdo a las reglas económicas y administrativas que tiene que enfrentar cualquier empresa, por lo que irremediablemente está sujeta a los vaivenes económicos externos e internos que definen en última instancia el destino de la misma como de cualquier otra organización económica de carácter privado. Solo que en este caso, como también uno puede encontrarse otros dignísimos ejemplos, en El Siglo se ha observado siempre una especie de doble vía: por un lado, como cualquier compañía mercantil, su objetivo es crear valor; ello significa que se somete al rigor administrativo con todos sus bemoles. Pero en la otra vía está el compromiso con la comunidad, con el compromiso de informar con imparcialidad en aras del bien común por encima de los particulares o de grupo; eso incluye, claro, los intereses políticos de la ocasión.
Claro que El Siglo, como seguramente muchísimos medios, ha estado bajo presión de grupos de poder, de gobernantes en turno. Con profunda satisfacción puedo aseverar, como lo han hecho nuestros forjadores, estamos cumpliendo 100 años honrando los valores que nos fueron heredados, lo cual no ha sido fácil.
Además de enfrentar las presiones, tretas y hasta el "canto de las sirenas" del oportunista del momento, centenares de periodistas, publicistas, personal de talleres que padecieron larguísimas jornadas de trabajo, administrativos y, en el último tiempo, compañeros de informática y tecnología, han trabajado para que sigamos sirviendo a la sociedad, lo que nos permite renovar, después de diez décadas de existencia, los mismos compromisos de aquellos que nos dieron la oportunidad de abrazar este apasionante y gratificante oficio.
Es un orgullo compartir con quien me despende el tiempo de leer estas líneas. Así como El Siglo, hay diarios (no muchos) y otros medios que a través del territorio mexicano han cumplido y cumplen con cabalidad el oficio periodístico. Hacer lo propio en El Siglo nos está permitiendo contar un siglo de historia. La comunidad lagunera así lo ha permitido.
Sirvan estas líneas como un homenaje a todas aquellas personas que con su trabajo, pasión y compromiso le permiten a La Laguna tener un medio con un siglo de historia como lo es El Siglo de Torreón, producto del esfuerzo de generaciones de seres humanos que trabajaron y sirvieron a la Comarca Lagunera, a Coahuila, Durango y México.