Finalmente hace poco menos de una semana concluyó la Cumbre del Clima de Egipto, la COP27 con compromisos insuficientes para frenar el cambio climático.
Como lo habíamos adelantado aquí, la buena noticia es que los países participantes aceptaron crear el fondo para compensar las pérdidas y daños en aquellos países que abonan con muy pocas emisiones de gases de efecto invernadero pero que son muy vulnerables al cambio climático. Sin embargo, como ha ocurrido con otros fondos como el de la financiación climática acordado en la Cumbre de Copenhague, los detalles de la aplicación del fondo de pérdidas y daños se dejó para la siguiente COP, aunque se empezará con la operación a partir de 2023.
Entre los detalles a resolver en las siguientes reuniones están: fijar el monto del fondo, se condiciona que el fondo sirva para ayudar a los países más vulnerables no a los países en desarrollo y queda también por determinar cómo se financiará el fondo.
Previendo un alargamiento de las negociaciones en futuras reuniones, queda pendiente el acuerdo para establecer los criterios que definan a los países vulnerables de aquellos que no lo son.
En el comunicado final para anunciar la creación del nuevo fondo, se reconoce también la creciente brecha entre el Fondo de financiamiento climático de 100 millones de dólares acordado en 2009 en la Cumbre de Copenhague que aún está pendiente de alcanzar y el costo de la transición de los países en desarrollo que, para cumplir con sus actuales compromisos contraídos, se estima entre 5.8 y 5.9 billones de dólares. Obviamente este monto se incrementará en la medida que los países en desarrollo continúen su transición hacia una economía de Cero Emisiones netas.
La mala noticia como también lo habíamos previsto es la relacionada con la agenda de mitigación, particularmente con el pico de las emisiones y la eliminación total de combustibles fósiles. Sobre lo no se logró un acuerdo. Está claro que si no se logran acuerdos vinculantes sobre mitigación (evitar y reducir) de emisiones, se esperarían aumentos en las mismas haciendo cada vez menos posible lograr el límite de aumento de la temperatura de 1.5 grados con respecto a las temperaturas preindustriales, lo que puede llevar en el corto plazo (2030) a incrementos de la temperatura hasta de 2.5 grados, lo cual se asocia a escenarios trágicos de pérdidas y daños en países vulnerables.
El comunicado final de la COP27 refleja esta realidad y exhorta nuevamente a la inmensa mayoría de países que no lo han hecho a que adopten compromisos de reducción de emisiones más ambiciosos en 2023. En los acuerdos de París se recomendaba aumentar la gobernanza, esto es, una mayor participación ciudadana en la toma de decisiones. Cuando se revisa la magnitud de la energía consumida por un país y por sus habitantes entonces se entiende la dificultad que implica mover algún concepto del consumo como acción de mitigación.
La SEMARNAT publicó en 2016 en su consulta temática, el consumo de energía por hogar y por estado, en Coahuila por ejemplo el consumo total promedio de energía es de 0.41 toneladas de petróleo. Con 3.69 personas por hogar en una muestra de 825.65 casas. Las variables que aportan a este consumo son el consumo de energía eléctrica y de combustibles fósiles. El tep es la energía que rinde una tonelada de petróleo y equivale en promedio a 11,630 Kilovatios-hora (KWh). El tep es una de las unidades más grandes de energía, que sirve también de parámetro en la comparación de los niveles de emisión del dióxido de carbono a la atmósfera que se generan al quemar combustibles. Por ejemplo un tep de gas natural genera 2.1 toneladas de dióxido de carbono, un tep de carbón mineral genera 3.8 ton de dióxido y un tep de gasóleo o Diesel 2.9 ton.
De las dos variables que se suman para obtener el consumo de Coahuila , la que más aporta es la de consumo de combustibles con 0.22tep, el consumo de electricidad aporta 0.19 tep. Las aportaciones son casi proporcionales. Si se quisiera reducir emisiones tres acciones que impactarían el consumo de combustibles son: mejorar el transporte público, aumentar la infraestructura para bicicletas y mejorar las banquetas peatonales con opciones de áreas de descanso ajardinadas. Una forma de evitar las emisiones es la conservación de ecosistemas por eso hay que apoyar las áreas naturales protegidas, como la Reserva Ecológica Sierra y Cañón de Jimulco en Torreón y la Zona sujeta a Conservación Ecológica Sierra de Zapalinamé, en Saltillo.