
(ARCHIVO)
Alicia, de 62 años, junto con su marido, de 63, mira con amargura las pilas de madera de lo que fue la casa de tabaco que ambos construyeron con sus ahorros y que el viento del huracán Ian destruyó por completo cuando azotó a la occidental Pinar del Río (Cuba).
Este almacén (donde se acumulan las hojas para su secado natural) en la ciudad de San Juan y Martínez es una de las más de 10,000 que el ciclón hizo pedazos el pasado 27 de septiembre cuanto tocó tierra con categoría tres en este territorio, cuna de una de las hojas más codiciadas para la confección de habanos. Cerca del 90 % de estas estructuras se vinieron abajo.
"No sabemos si valdrá la pena volver a construirlo, los dos estamos jubilados pero no se puede vivir solamente con la pensión".
Los medios estatales informaron a finales de octubre que la siembra se inició en unas 6,300 hectáreas de terreno, cuyo producto estará principalmente destinado a la exportación. Inicialmente se preveía el uso de 11,200 hectáreas, pero el huracán hizo que los planes volaran por los aires.
Los graves daños del huracán calan profundo en un sector emblemático de la isla, que constituye además la cuarta mayor rúbrica exportadora del país en un momento de profunda crisis económica.
