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Teresa de Mier: Sus profecías federalistas

LUIS ALBERTO VÁZQUEZ ÁLVAREZ

Frente a la creciente "balcanización" en diferentes regiones del mundo: (España; Reino Unido y Ucrania entre otros), algunos políticos sueñan separar al país con diversas excusas, pero el fondo real es su ambición de dominar sus estados.

La nación mexicana nace del virreinato de la Nueva España; una estructura monolítica que por 300 años mantuvo un poder único centrado con provincias sin autonomía. En 1824 imitando a los norteamericanos, los yorkinos copiaron su federalismo y lo implantaron en la constitución creando problemas hasta entonces desconocidos en México.

Como aquella Casandra mitológica que profetizaba el futuro, pero nadie creía sus palabras por lo que le era imposible evitar las desgracias que vaticinaba, el 13 de diciembre de 1823, Fray Servando Teresa de Mier, disertó, ante el congreso constituyente, su histórico discurso: "Profecía sobre la Federación" del cual entresaco algunos textos que nos ayudan a entender los problemas que siempre ha enfrentado la federalización mexicana.

"… Después de 60 años ¿qué tengo que esperar sino el sepulcro? Me asiste, pues, un derecho para hablar de lo que debe decidir la suerte de mi patria… Se nos ha censurado que proponíamos un sistema central. Pero ¿qué no hay más de un modo de federarse? Países europeos han sido federados diferente a los Estados Unidos de América y aun puede haberla de otras varias maneras".

"… La federación mexicana más análoga a nuestra educación y costumbres, y más oportuna para la guerra que nos amaga… necesitamos mucha unión y progresar en la carrera de la libertad… La Unión Americana eran ya Estados separados e independientes unos de otros, y se federaron para unirse contra la opresión de la Inglaterra; federarnos nosotros estando unidos, es dividirnos y atraernos los males que ellos procuraron remediar… la naturaleza misma, por decirlo así, nos ha centralizado".

"… Me parece que algunos inteligentes del interior, previendo que han de recaer en ellos los mandos y los empleos de las provincias, son quienes desean esa federación y han hecho decir a los pueblos que la quieren… ¿habrá larga paz entre tanto soberanillo, cuyos intereses por la contigüidad han de cruzarse y chocarse necesariamente? De cualquier manera, todo arderá en chismes, envidias y divisiones…".

"… La federación tiende a la desunión; necesitamos fuerza, y toda federación es débil por su naturaleza; necesitamos dar la mayor energía al gobierno, y la federación multiplica los obstáculos para hacer cooperar pronta y simultáneamente los recursos de la nación… Si tales soberanías se adoptan, si se aprueba el proyecto del acta constitutiva en su totalidad, desde ahora lavo mis manos como Pilatos, cuando un pueblo tumultuante le pidió la muerte de Nuestro Salvador, sin saber lo que hacía. Protestaré que no he tenido parte en los males que van a llover sobre los pueblos del Anáhuac. Los han seducido para que pidan lo que no saben ni entienden, y preveo la división, las emulaciones, el desorden, la ruina y el trastorno de nuestra tierra hasta sus cimientos".

Esa maldición de Teresa de Mier sobre la llamada "Soberanía de los Estados" se ha cumplido plenamente a lo largo de nuestra historia; copiar el federalismo gringo nunca fue la solución; generó que en 1836 Texas se separara de México y también quisieran hacerlo Yucatán y Zacatecas. En 1855 Santiago Vidaurri anexó Coahuila y Tamaulipas a su República de la Sierra Madre. Durante el porfiriato y el priiato los gobernadores fueron simples lacayos del ejecutivo federal, sin atreverse a levantar la frente, solamente estiraban la mano para recibir privilegios personales.

Recientemente una arrogante "Alianza Federalista" exigía que sus impuestos no fuesen compartidos con los estados menos desarrollados y ahora, tras su ruidoso fracaso, andan mendigándoles agua. Un anencefálico político mensajeó: ¡Si México no "cargara" con los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas sería "un país de desarrollo medio y potencia emergente! recordándome a Goethe: "Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano".

Teresa de Mier tenía razón en cuanto intereses personales de "soberanillos" que apropiándose de los gobiernos estatales se siente dueños de "su territorio", usan su erario como chequera personal, los endeudan hasta el infinito, los "blindan" para asegurar la transferencia del poder a sus familiares y preservar sus grupos criminales predilectos.

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