Llega la fecha en que cada año los mexicanos y muchos latinoamericanos se vuelcan en festejo y reconocimiento a la Virgen de Guadalupe, representación de la madre de Jesús, en la histórica versión mexicana.
De entrada: no nos confundamos; hay múltiples representaciones de María, Miriam o como Usted le llame a la madre de Jesús. Todas ellas tienen fundamento en sus "apariciones" y la creencia, por fe, lo que delimita las disertaciones sobre su existencia o no, recordando que creer es la única explicación de cualquier historia de la virgen, dejando de lado los análisis del método científico.
Discutir sobre el tema es ocioso para el creyente y ha sido causa de múltiples versiones y teorías sobre la historia de la aparición -1531- en el monte Tepeyac.
Quienes rechazan su existencia, han presentado sus ideas basándose en reflexiones, antecedentes de escritos históricos y declaraciones de otros, quienes se declaran versados sobre el tema.
Cierto que, en un montecillo llamado del Tepeyac, existía un templo dedicado a la madre de los dioses; la llamaban Tonantzin, que traducida del náhuatl significa Nuestra Madre. En ese lugar se dieron las apariciones de la Virgen al indio Juan Diego.
Toda la historia quedó asentada en un códice denominado Nican Mopohua, texto en náhuatl, que luego fue traducido al español y otros idiomas; Es la fuente primaria, que refiere la historia que vale la pena releer en estos días de festejos del cristianismo. -https://www.kofc.org/es/resources/our-lady-of-guadalupe/nican mopohua.pdf-
En resumen, relata las diferentes apariciones al indio Juan Diego, que es enviado a pedirle al obispo Zumárraga, que le construya un templo en el Tepeyac, historia que culmina con la entrega de rosas de castilla las que, luego de cargarlas en su tilma, dejan la impresión de Guadalupe, que es admirada y venerada por la inmensa mayoría de los mexicanos.
Los detractores aparecieron desde el primer momento, todos manifestando enojo por el supuesto engaño del Obispo Zumárraga, al que acusaban de intentar, con historias inventadas, motivar al indígena a creer en las predicas de la Iglesia Cristiana.
Joaquín García Icazbalceta, historiador, -1825-1894- insistió en demostrar la no existencia de las apariciones, concluyendo que no había bases histórico-científicas para reconocer como ciertas las apariciones de la Guadalupana.
En 1887, el obispo de Tamaulipas, Eduardo Sánchez Camacho, se manifestó contra la ceremonia de la coronación de la Virgen; dijo: "solo fomentará la superstición y la ignorancia en el pueblo", siendo el propio canónigo del Tepeyac de aquellos años, Vicente de Paul Andrade, otro opositor a la creación de la "superstición" de la aparición de Guadalupe, en el Tepeyac.
Francisco del Paso y Troncoso, historiador, en 1890, denunció que un indio llamado Marcos había sido el pintor de la imagen de la virgen, sumándose a los detractores de su aparición.
Hubo otros más, hasta llegar a los tiempos actuales en que Guillermo Schulenburg Prado (1970), canónigo y constructor de la nueva Basílica de Guadalupe, negó la existencia de Juan Diego, declaración que le costo el puesto; también, a finales del siglo pasado, el cineasta Gabriel Retes Balzaretti, pretendió desmentir el hecho filmando una película, luego censurada.
Sin negarlo, pero sí pretendiendo limitar el culto católico, el gobierno morenista se suma a los detractores del cristianismo al manifestar su propósito de evitar el culto religioso en la vía pública. Al parecer, de llegar a ser ley, será otra de esas denominadas "letra muerta", ante la desobediencia del mexicano común y corriente; ya veremos como contienen a las manifestaciones en peregrinaciones, festejos callejeros con inclusión de matachines y comidas de reliquia o las múltiples pintas en todas las localidades de la nación.
Analizados desde la psicología social, es muy interesante la repetida insistencia de los politiqueros de cometer errores que les desprestigian. ¿Ignorancia?
Lo muy interesante, es que nadie ha podido aclarar los misterios de la tilma, prenda que permanece intacta, cuando debió haberse destruido a los 30 años de su confección; o los estudios hechos a la pintura utilizada, la que tampoco han podido descifrar en su mezcla; sorprende la presencia de personajes reflejados en los ojos de la Virgen; inentendible salir indemne de varios atentados, cuando hasta cristos de metal cercanos fueron deformados por explosiones terroristas; o la impresión de las estrellas de la bóveda celeste de ese año -alterada por algún pintor que agregó otras para darle "armonía"- y otros fenómenos que continúan estudiando, conforme posibilidades los avances científicos.
No nos confundamos: la creencia en el Milagro Guadalupano, es uno más de los pilares de nuestra cultura nacional, quizá el más aceptado, festejado y respetado; tratar de destruirla suma al deterioro que padecemos -en mucho provocado maliciosamente- en nuestra idiosincrasia de mexicanos.
Por lo pronto, México festeja a su Reina, preparándose para el goce del tiempo de gozo que hemos llamado Guadalupe-Reyes. ¿Festeja?
ydarwich@ual.mx