Yo sé que llevo muchas columnas diciéndoles que hay que conectar con los hijos, ser los adultos responsables, no quitar el dedo del renglón para convertirlos en hombres y mujeres de bien; Pero… ¿les digo una cosa? Es muy muy muy complicadoooooo. Y es que ser mamá, o ser papá, es absolutamente agotador desde el día uno, pero entre más crecen los hijos, más se da uno cuenta de que la parte más fácil y deliciosa es cuando son bebés; Esto de ser el adulto responsable de pronto cuesta mucho trabajo y es cuando nos sorprendemos a nosotras mismas poniéndonos a su nivel, obviamente perdiendo los estribos, y claro, nos enganchamos.
La solución; me reviso, voy a mi terapia, regreso a mis cabales, hablo con ellos, me disculpo y vuelvo a empezar. Pero me molesta tanto que me quedo escarbando en mi cerebro qué es lo que me está pasando y siendo que no tengo nada con qué justificarme, lo único que me queda por decir es decir que NO SOY DE PALO. Sucede que la adolescencia de los hijos y sus montañas rusas hormonales se juntan con las nuestras y pues sí, sí se puede llegar a poner muy complicado, esa sería la explicación científica. La explicación emocional es lo doloroso que es sentirse el enemigo constante, o la persona encargada de resolver cualquier problema que se les presente o el buzón de quejas constante. La realidad aunque me duela reconocerlo, es que me está costando trabajo el ajuste y la transición que implica que los hijos crezcan.
Y es que, eso de enseñarles a usar su voz para convertirse en seres independientes se escucha increíble; Hasta que la usan contra ti, y lo mismo pasa al enseñarles a cuestionar y a elegir y se pasen entonces los días cuestionándote hasta por qué respiras y como respiras y además se dan el lujo de elegir cosas que no tienes ni tantitas ganas de que elijan.
Me cuesta mucho soltar y darles su espacio, y muy especialmente, acordarme que para encontrarse con ellos tienen que romper conmigo y pues …no sé a ustedes, pero a mi eso de pronto se me complica y por momentos me rompe el corazón, porque, aunque no lo parezca, siguen siendo mis bebés.
Así que esta columna es para todas y todos los que en este momento de su vida están permitiendo que sus hijos se desenvuelvan, se encuentren, se auto descubran y se definan mientras nos hacen pomada en el proceso. Sepan que no están solos.
La peor parte de de ser papás, y mamás, es darles chance de despreciarte, dejarlos pensar que no te diste cuenta y permitirles que hagan todo lo posible por alejarse de ti pues es el ciclo de la vida y así debe de ser y es lo más sano para ellos y para ti, pero, como cuesta trabajo!!!. Por eso tantos papás tiran la toalla y deciden convertirse mejor en sus amigos en lugar de seguir siendo sus guías.
LO QUE TENEMOS QUE HACER ES:
1. Buscar espacios para atender nuestros corazones y nuestros malestares.
2. Tener la sabiduría para rectificar siempre que nos equivoquemos.
3. La humildad para disculparnos cuando nos desprogramemos. y
4. Seguir buscando las mejores herramientas para podernos vincular con ellos desde otro lugar, un lugar de iguales, de un adulto a otro.
Debemos saber que se va a necesitar mucha más flexibilidad, la capacidad de transformarnos como papás y la sabiduría para marcar límites y establecer canales de comunicación generando espacios para conectar con ellos y la curiosidad permanente de aprender quiénes son y en qué se van convirtiendo ellos, nuestros hijos, sin nosotros, pues lo más difícil de ser mamá es comprender que ellos son una persona independiente a la nuestra, dejarlos ser ellos mismos y darles el espacio para crecer, y ser, en libertad.
Para que eso suceda, necesitamos permitirles ser esos adolescentes irreverentes, curiosos, azotados, sabelotodos, voltea ojos y por momentos insufribles, para que eventualmente puedan construirse como adultos, sin engancharnos en el proceso teniendo muy presente que la libertad incluye también el derecho a tomar sus malas decisiones. No siempre lo haremos bien, pero creo que eso también es parte del proceso. Debemos saber que todas las etapas pasan, las buenas y las malas, que no es para siempre. Eso es lo más importante a tener presente para que cuando nos saquen de nuestras casillas y queramos "ahorcarlos", mejor los vayamos a abrazar y recordemos que seguimos siendo sus papás y eso, sigue siendo un PRIVILEGIO.
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