Siempre me impactó la información sobre la curación en el caso de una mordedura de serpiente. El antídoto es justamente el mismo veneno. Algo que puede matar, al mismo tiempo es capaz de curar.
¿Cuál es la diferencia entre un medicamento y el veneno? La dosis.
Recientemente estaba relevando una empresa con el propósito de construir un protocolo destinado a darle reglas a la siguiente generación. En muchas entrevistas surgió el desánimo como consecuencia de iniciativas de organización finalmente abandonadas. Reuniones de mandos medios que se discontinuaron, evaluaciones 360 que no se repitieron, programas de incentivos que fueron comunicados y luego dejaron de funcionar. Espacios de diálogo y planeamiento que se postergaron para otro momento.
El desinterés y la apatía son directamente proporcionales a las expectativas que se generan. Muchas personas se sienten frustradas luego de haberse entusiasmado con ideas y convocatorias que no se sostuvieron en el tiempo.
Buenas ideas, mal realizadas o poco profundizadas. Esto le pasa a la mayoría.
El día a día se fagocita a los que se ilusionan con el cambio.
La principal consecuencia es que muchas veces se proyecta la responsabilidad justamente en la acción que se usará como medicamento. Termina siendo sindicada como veneno. ¡Y lo que falló fue la dosis!
Curiosa fue también la experiencia en otra empresa, impregnada del síndrome de la desconfianza. Una vez más se descubrió el robo de mercadería en el depósito. Los gerentes despotricaban, los colaboradores de abastecimiento se sintieron juzgados y acusados, el ambiente se enrareció.
Le pregunté a un socio cuándo habían realizado el último inventario. Averiguamos juntos. Se había hecho hacía 3 años. La información on line del sistema jamás coincidió con el stock real. En el apuro, muchas personas ajenas al depósito se habían habituado a retirar mercadería sin remitos.Conclusión: El hecho delictivo actuó como un explosivo. Puso en alerta a todo el mundo, pero todos los instrumentos para prevenir habían fallado, no solo las personas.
Ese empresario reflexionó que el control era una batalla perdida y su resignación era justamente porque había aprendido que el robo siempre existiría y que sólo había que rezar para que fuera poco.
Muchos piensan parecido mientras acentúan el control ocular.
Si caminamos descalzos, sin protección, por un campo lleno de serpientes, quizá salgamos indemnes, tal vez no. Será el azar y no la prevención quienes definirán la partida.
Un viejo auditor me dijo un día que en toda estructura, un porcentaje pequeño de personas siempre encontrarán una forma de vulnerar los controles. Son potencialmente peligrosos porque intentarán delinquir siempre.
También hay otro porcentaje pequeño de personas que nunca intentarán una conducta deshonesta. Haya o no pautas de control, jamás se portarán mal.Pero el profesional también afirmó que la inmensa mayoría actúa según el ambiente y la cultura. Si no hay un clima de orden y controles cruzados, podrá haber sorpresas.
Quizá haya que reflexionar sobre todos los resultados que no nos satisfacen. Reflexionar sobre la dosis que estamos empleando y quizá no es el medicamento el responsable del fracaso, sino su aplicación.