RESILIENCIA, ADAPTARSE O MORIR
"No cabe duda que en estos últimos años hemos tenido múltiples oportunidades de poner en práctica esta capacidad." La resilencia es, sin duda, un nombre peculiar, pero si bien hasta ahora no ha sido muy conocido, no se trata de un término nuevo, pues viene utilizándose desde los años setenta en psicología. Su significado es la capacidad de forjar un comportamiento vital positivo pese a las circunstancias difíciles.
Si se realiza una "traducción" para que todos la podamos comprender, veríamos que una de las definiciones que surgen es la capacidad para adaptarse a situaciones de crisis o de cambio, apoyándose en actitudes positivas con el fin de salir reforzado de las mismas.
Pero me vienen a la mente algunas preguntas al respecto, ¿Qué te convierte en resiliente?, ¿Por qué unos son capaces de seguir en el empeño y a otros les supera la situación o las emociones? RESILIENCIA, palabra de moda que desde hace algún tiempo pronuncian desde deportistas a coaches emocionales es una de las mejores herramientas que tenemos a nuestro alcance para conseguir la anhelada felicidad.
Sin embargo, no se han preguntado, ¿Qué capacidades necesitamos para convertirnos en un persona resiliente o, lo que es lo mismo, capaz de adaptarnos y superar los golpes que nos depara la vida.?
La persona resiliente se caracteriza por no tirar la toalla. La historia está llena de ejemplos de resiliencia. Existen historias que nos ponen los pelos de punta. Kathrine Switzer fue la primera mujer en correr una maratón en 1967.
Hasta ese año las mujeres tenían prohibido correr maratones, y a pesar de que el director del evento trató de echarla a empujones de la carrera, la acabó en el lugar 261.
Hombres y mujeres luchan a diario por superar una separación de pareja, un despido improcedente, el accidente causado por un irresponsable o la deslealtad de algún socio que les deja colgados con miles de deudas. La personalidad resiliente ayuda a superar los malos, injustos, tristes, duros o desesperantes baches que la vida nos va poniendo. Sin esa capacidad la gente se quedaría en el camino, como les ocurre a muchas personas.
Pero, ¿qué te convierte en resiliente? ¿Por qué unos son capaces de seguir en el empeño y a otros les supera la situación o las emociones?
La explicación se debe a varias características de la persona y no puede explicarse de forma simple desde un solo concepto. Pero haciendo un enorme esfuerzo por mis lectores quisiera hacerles una lista de aquellas características que yo encuentro en una persona resiliente.
• Una persona resiliente tiene pasión, cuando les preguntas a los mejores profesionales por qué llegaron a ser brillantes, la mayoría contesta que se dedican a lo que les apasiona. Es difícil abandonar una pasión por muchas piedras que te encuentres en el camino. A la pasión se le dedican horas, curiosidad, creatividad y terminas encontrando soluciones dónde otros no las ven.
• Una persona resiliente es valiente. La persona valiente tiene claro que el riesgo controlado compensa. No le importa enfrentarse a emociones como la incertidumbre, el miedo o la frustración.
Tiene tan claro que quiere triunfar en su objetivo, que su deseo de conseguirlo está por encima de los momentos duros, los de soledad y los de fracaso.
Sabe gestionar sus fracasos, interpretarlos, aprender de ellos y buscar soluciones. Tiene la determinación de ser una triunfadora.
• Tiene resistencia. Son capaces de crecerse y superar cada situación. Mientras que otras, ante hechos de menor gravedad, se hunden. Y esa resistencia se nutre de compromiso, control, y de ver el reto como una oportunidad de cambio, sin miedo a salir de la zona confortable, aceptándolo como un juego.
• Gestiona positivamente el fracaso. Generalmente fracasar o cometer errores no se nos da muy bien, sin embargo, las personas que aceptan el fracaso de forma positiva, sin tratarse mal, se atreve de nuevo. Dado que sus errores no le salen caros a nivel emocional, se atreve, aprende y evoluciona.
• Acepta la parte injusta de la vida. Existen momentos duros que muchas veces no provocamos nosotros, pero que nos hacen sufrir, dudar de los valores y de la justicia de la vida. Hay que aprender a aceptar lo que no depende de nosotros y focalizar así la energía en lo que sí depende.
Se enfoca más en las soluciones que en los problemas Hay personas para las que tener problemas es ya un problema. Y resulta que la vida está llena de ellos, todos los días. La persona resiliente observa los problemas como algo natural, a lo que hay que dar solución, sin más agobio.
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