Todos los días escucho a mamás y papás con remordimiento de conciencia de haber tratado mal a alguno de sus hijos por culpa del estrés que viven en su día a día, no es ningún secreto que estamos viviendo en un mundo cada vez mas complicado y que nuestra válvula de escape, desgraciadamente, muchas veces son nuestros hijos, y no nos detenemos a pensar en el daño que sin querer les estamos haciendo cuando llegamos a nuestras casas agotados de un día lleno de presiones, ellos felices de ver a sus papás después de un largo día y que nosotros como padres muchas veces no les demos la atención que se merecen; por lo tanto creo que de vez en cuando es importante que nos detengamos por un momento y pensemos en como los estamos afectando.
Tus niños no tienen la culpa del mal día que tuviste, no tienen la culpa de los problemas con tu pareja, no tienen la culpa de tus frustraciones ni los malos ratos en tu trabajo, no tienen la culpa de tu impaciencia y mal humor, no tienen la culpa de tu estrés diario, ni de tus prisas, y mucho menos de tu falta de calma, no tienen la culpa de las heridas de tu infancia, ni de tus penas, tus miedos y tu corazón roto.
Ellos llegaron a este mundo para enseñarte a amar de una manera que no imaginaste jamás. Tus niños te necesitan, pero te necesitan entero, con fuerzas, con energía para jugar, con dedicación, para que los escuches mirándolo a los ojos. Te necesitan firme en tus decisiones. Necesitan tu calma para que tú los calmes en esos momentos de rabietas o cuando la están pasando mal. Necesitan tu amor, pero también que le pongas límites.
Aprovecha su inocencia y su amor sin condiciones hacia ti, ya que, si tuviste un mal día, ellos sabrán hacerte reír. Si tuviste un mal día, ellos sabrán decirte: "Vamos mamá, mira mi dibujo, lo hice para ti." Tus niños llegaron para darle un significado a tu vida que tal vez antes no tenía. Para enseñarte a ser fuerte y resiliente. Para enseñarte a luchar y salir adelante todos los días. Tus niños te aman con todo y tus defectos y siempre te sacarán una sonrisa. Tus niños son tu fuerza y aliciente para salir adelante.
Basta con ver esa carita dulce y suave tratando de preguntarse: ¿Porqué me estas gritando si yo no te hice nada? ¿Porqué andas apurada? ¿Porqué no te ríes? ¿Porqué no dejas tu celular?
Es nuestra obligación como padres darles una infancia linda, mágica, contenida en besos, abrazos y presencia. Nos equivocamos, es cierto, tropezamos y nos caemos, pero debemos saber limpiarnos las heridas y pedir perdón. Aprender a ser padres cada día no es fácil. Debemos luchar contra nuestro cansancio, penas, temores y situaciones no resueltas.
Para hacer feliz a tu hijo no necesitas darle todo lo que pide, tampoco llevarlo de compras, ni gastar todo tu dinero en sus caprichos. Tus hijos te siguen extrañando, aún cuando les des cosas para sustituir tu presencia. Ellos necesitan que aprendas a ESTAR PRESENTE; que lo escuches, que lo beses, que lo disfrutes.
Imagina lo feliz que se pondría tu hijo si le dieras el mismo tiempo que le das a tu celular o el mismo tiempo que pasas fuera en el trabajo.
Lo mejor para nuestros hijos son los EJEMPLOS DE AMOR porque esos EJEMPLOS DE AMOR SE VUELVEN RECUERDOS DE AMOR y cuando un niño tiene en su almacén de memoria BUENOS RECUERDOS DE AMOR, eso lo convierte en una persona con buena autoestima.
Seamos padres presentes, cariñosos, ocupados y preocupados con y para nuestros hijos.
Ese es el trabajo más importante que tenemos en la vida, no olvidemos que estamos formando personas. Personas de bien. En ellos quedará el amor que pusimos en este camino durante su infancia. Eso es lo único, lo que les va a quedar para siempre en su memoria.
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