En estas fechas en las que uno se pone más sentimental y comienza a hacer recuento de lo que hizo y no hizo durante el año que está terminando, me he dado cuenta de que he dejado de tener relación con personas que en algún momento fueron importantes en mi vida, pero que el día de hoy han dejado de ser parte de ella, y por eso me pregunto;
¿Cuándo una persona nos hace algún daño, es nuestra obligación perdonar, olvidar y seguir como si nada hubiera pasado? ¿Tengo el derecho de sacarla de mi vida y decidir que eso que antes nos unia ya no sigue existiendo? ¿Estoy siendo rencorosa al decidir prescindir de aquellas personas que me decepcionaron?
¿Estoy siendo egoísta al elegir el reparto de la película de mi vida sin incluir a aquellas personas que me lastimaron?
Después de mucho pensar, llegué a varias conclusiones que seguramente harán que viva un poco más tranquila, es por eso que hoy decido:
Guardar toda esa fuerza que tengo dentro para luchar contra las adversidades, y no contra las personas.
No malgastar mi optimismo con quien nunca estuvo preparado para recibirlo.
Reservar un espacio en mi burbuja de alegría para quien sepa entrar en ella alimentándola de esperanzas, y no de frustraciones.
Y es que muchas veces esas personas que me fallaron lo hicieron sin creer que me estaban lastimando al darme sus opiniones, obviamente nunca pedidas, con respecto a mi vida y mis acciones, por eso hice un pacto conmigo misma y te invito a que lo consideres para aplicarlo en tu vida también.
Quien te diga que algo en lo que tú crees es imposible, que te diga si alguna vez tuvo sueños, y pregúntale dónde perdió su fuerza de voluntad para perseguirlos. Recuérdale que no existe un manual de la vida, que el libro de instrucciones lo escribe cada uno, y que seguramente nunca vaya a salir a la venta, porque con cada experiencia nuestro libro se va reeditando.
Pregúntale en qué momento decidió dejar de ser un niño, y se convirtió en eses pseudosabio que ni siquiera sabe dónde empiezan ni dónde terminan sus lecciones de moral. Pregúntale dónde perdió la capacidad de soñar y quién se la hizo perder, porque todos hemos tenido sueños, y quienes nos los niegan no hacen más que ponernos a prueba.
Demuéstrale que tu inteligencia vive de esos sueños, de los que te hacen avanzar hacia adelante y a lo que algún día te dijeron que no podrías hacer. Avísale que si vuelve a intentar que tu ilusión acabe en sus zapatos, lo sacaras de tu vida, pues no debes permitirle, ni siquiera por un segundo, que te haga dudar de ti mismo por culpa de sus inseguridades.
No des tantas oportunidades al que te falló cuando le diste una segunda oportunidad. La primera vez será por su culpa, la segunda será por la tuya. No mantengas a tu lado a aquellas personas que te hagan daño. Y si lo estás haciendo actualmente pregúntate… ¿Qué consejos te darías a ti mismo si no fueras tú mismo? Pues empieza a aplicártelos uno por uno. Quiérete como si fueras tu mejor amigo, porque de hecho, serás la única persona con la que tendrás que vivir toda tu vida. Y si alguien te acusa de ser un poco egoísta por pensar de este modo, acúsale tú de ser muy poco inteligente.
Siente pasión en cada cosa que hagas, sé sincero contigo mismo y con las personas que te hayan demostrado que merecen la mejor parte de ti. Y si quieres ir por buen camino, empieza a hacer sustituciones. En lugar de frustración, esperanza. En lugar de tristeza, alegría. En lugar de lágrimas, sonrisas. En lugar de pesimismo, optimismo. En lugar de pasividad, iniciativa. En lugar de competitividad, superación de uno mismo. En lugar de retos, objetivos. En lugar de odio, indiferencia. En lugar de miedo, sueños
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