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Violentos

YAMIL DARWICH

Dice Cicerón: "el hombre no tiene peor enemigo que él mismo" y David Hume, afirma que: "el hombre es el peor enemigo del hombre". Cuanta razón tienen.

Aún más: somos los mayores depredadores del planeta y la ONU, advierte que diariamente desaparecen o son amenazadas hasta 150 especies animales; solo le menciono algunos recientes: colobo rojo, en Ghana y Costa de Marfil; el delfín del río Yangtsé, China; la foca monje del Caribe; el mejillón de Alabama, en EUA; el dodo de las Islas Mauricio; la vaca marina del Mar de Bering y de México; las abejas del mundo y el alce de Irlanda. Hay muchos más ejemplos.

La contaminación está generando un ambiente inhabitable para la vida: la del aire está presente en el 90% del mundo, siendo nosotros los causantes; del suelo, alterando la biodiversidad al destruir a la biósfera, cancelando sus funciones como filtro del agua, generando muerte animal, vegetal y despertando un proceso degenerativo del ciclo de vida.

De 7,846 millones de habitantes del mundo, 3,000 millones dependen de la pesca para sobrevivir y hemos contaminado al mar hasta transformarlo en poco habitable. Incluya plásticos y ahora los elásticos de cubrebocas. Muy pocos ríos están a salvo y todos han perdido parte de su flora y fauna.

Nos matamos entre sí por razones baladíes y para ejemplificar, le recuerdo algunas guerras mortíferas de la humanidad:

Entre 1914 a 1918, la I Guerra Mundial, costó la vida de 10 a 60 millones de personas, entre civiles y militares; en la II, murieron entre 70 a 83 millones; en las Napoleónicas -1799 y 1815- de 3.5 a 6.5 millones de europeos; las invasiones mongolas, dejaron 40 a 50 millones de muertos; y las guerras del opio, entre 35 a 55 millones.

"El lobo es el lobo del hombre", dice el filósofo Thomas Hobbes, refiriéndose a la vieja locución latina, "homo homini lupus". Tiene razón.

Ahora, de nuevo, los más violentos se enfrentan por intereses materiales y económicos y nos agreden con una guerra entre occidente, - EUA y UE- y oriente, con Rusia y algunos satélites. China aún no define postura clara.

No espere una guerra como las anteriores: podrían venir agresiones tecnológicas con destrucción de sistemas computacionales que controlan al planeta; bloqueos económicos inhumanos; muertes por armamentos altamente tecnificados; exhibición de otros secretos -un estúpido gasto inhumano-.

Esperemos exista la conciencia del daño que provocarían con armas nucleares, que solo generaría perdedores. Recuerde a Einstein, respondiendo a un periodista: "no sé quién ganaría una tercera guerra mundial, solo que la cuarta sería a pedradas".

Le pido que no se deje engañar con comunicaciones dolosas, información que trata de enmascarar al salvajismo provocado por el dinero.

No hay justificación para exponer la vida animal -incluidos nosotros- y es inaceptable amenazarnos con la destrucción; ni Rusia, ni Estados Unidos de Norteamérica, tienen derecho a utilizarnos como "peones en su ajedrez", apostando nuestras vidas.

Recordemos la historia de aquella zona geográfica, desde antes del Zarismo y después, durante la insensible Monarquía Soviética; luego la creación de la Federación Rusa. En justicia, en cada época, sus habitantes han debido enfrentar pérdidas de territorios, guerras, hambrunas y abusos de autoridad; aún así, nada justifica la brutalidad de Putín.

Tampoco dejemos pasar de largo el histórico intervencionismo de los EUA, autonombrados "defensores de la libertad", soportados en sus capacidades tecnológicas de guerra y potencial económico, acostumbrados a imponer sus intereses materiales por encima de los demás. Recuerde que en una guerra injusta y con la ayuda de nacionales antipatriotas mexicanos perdimos la mitad de nuestro territorio nacional.

Putín, un dictador disfrazado de demócrata, se escuda en la historia y la necesidad de mantener segura a Rusia; Biden, enarbola justicia y libertad, buscando asegurar el poder occidental en la zona que ofrece altas alternativas de explotación.

Ambos exponen razones valederas, pero ocultan las siniestras. Uno: pretende recuperar el territorio y sus riquezas con temor -real- a la inseguridad de su nación; el otro, apropiárselo para incrementar sus negocios y estacionarse frente a la frontera del enemigo; ambos, generándonos inseguridad y afectando nuestra economía. No deje afuera a quienes utilizan "como anillo al dedo" la oportunidad para tratar de que olvidemos sus desmanes y olvidemos la "casa gris".

"Las movidas del ajedrez" están, por ahora, en Ucrania: un país que ha sufrido embates bélicos toda su historia, desde su fundación Vikinga, quienes nombraron Kiev como su capital; luego los Mongoles, bajo el mando de Genghis Khan. Siempre viviendo con zozobra por la inseguridad, padeciendo los permanentes estados de guerra entre grupos étnicos y religiosos, hasta su anexión después de la II Guerra Mundial, a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y finalmente su independencia. Siempre padeciendo voracidad extranjera.

Lo invito a mantenernos atentos a la evolución del salvajismo.

ydarwich@ual.mx

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