Se dicen muchas cosas y cuando el río suena es porque agua lleva, dicen también. A menos de 10 días para que comience la Copa Mundial de Futbol Catar 2022, a pocos parece importarles cómo llegamos al punto de esperar un Mundial a finales de año. Para muchos, dará lo mismo si se juega en verano, diciembre, otoño o lo que sea, pero habemos a quienes nos afecta directamente en nuestras actividades cotidianas.
Que Catar compró el torneo es a estas alturas algo más que un "secreto a voces". Una serie en plataforma expone que el tabloide británico The Sunday investigó y documentó a fondo los truculentos tratos de cómo se designó a la pequeña península árabe sede del torneo deportivo más importante del orbe.
Que el dinero mande en nuestra sociedad tampoco es algo que escandalice ya, sin embargo, parece que se nos olvida el costo en vidas humanas del que tanto (y tan poco) se ha hablado. Pareciera que lo sentimos como un tema muy lejano.
El mundo árabe consiguió su primer Mundial a punto de dólares y petróleo. A costa de todo y en perjuicio de federaciones como la estadounidense (que presentó una candidatura más viable) y la de Australia, por mencionar algunas. Catar ganó la competencia por su impresionante poder adquisitivo y su "habilidad" y visión para los negocios.
Ahora, sale Joseph Blatter a decir que la elección catarí fue un error, que es un país muy chico y "el futbol y la Copa del Mundo demasiado grandes". Demasiado tarde. El expresidente de la FIFA, en cuya gestión se designó a Catar como sede, salió ileso del mayor escándalo del futbol contemporáneo, del cual solo queda su imagen en medio de unos cuantos billetes volando a su alrededor en medio de una sus últimas comparecencias como directivo.
Hoy, las ligas del mundo tuvieron que modificar sus calendarios para que la agenda mundialista fuera posible. Rusia lo verá desde casa, con sus competencias a la par; sin vacaciones. Italia se ausentará de nuevo. Ucrania no tendrá representación ni por misericordia. México va sin la tradicional fe de su fiel afición. Será un Mundial atípico, en un país chiquito en extensión, pero grande en restricción. Será un Mundial distinto, ¿Será el Mundial de la vergüenza?
Los que pertenecemos al sector educativo lo sufriremos; de haber sido un Mundial como los anteriores, solo veríamos unos cuantos juegos "a escondidas" dentro del salón de clases y luego, todos en vacaciones. Ahora, nuestra realidad se reduce a aspirar ver el México - Polonia y México - Arabia Saudita (tal vez el España - Alemania) bajo permiso de la autoridad correspondiente dentro del horario laboral. De ahí, a esperar por las jornadas sabatinas y dominicales para gozar del futbol sin interrupciones.
Esta vez, hasta la espera fue distinta; de cuatro años se extendió a unos meses más porque hace mucho calor en Catar. Pero ya lo dijo el ex todo poderoso (y arrepentido) Blatter: "una vez que ruede el balón, ya solo hablaremos del deporte". O al menos eso es lo que se espera. Y tú, ¿Ya hiciste tu calendario personalizado de partidos que esperas seguir por televisión en esta Copa del Mundo?
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