(RAMÓN SOTOMAYOR)
Su objetivo es enfatizar en un hueco creado desde que, en el siglo XIX, la academia comenzó a dividir el conocimiento en pro del campo científico. En ese entonces escaseaban figuras como los grandes genios del renacimiento, que profesaban el arte y la ciencia en un mismo sentido. Miguel Ángel García y Linda Haro han decidido trasladarse a la Venecia de finales del siglo XVII y analizar, en un curso accesible, el fulgor artístico que allí emanó.
La figura compositor Antonio Vivaldi es la punta de lanza del proyecto, pero a su alrededor se subrayarán distintas aristas. El curso se impartirá en el Teatro Alfonso Garibay, en un total de cuatro sesiones: La Venecia del siglo XVII, La Música en Venecia, Antonio Vivaldi y El carnaval y el amor, impartidas los días 6, 13, 22 y 27 de marzo, en un horario de 19:00 a 21:00 horas. Se solicitará cooperación voluntaria a partir de $20.
“El primer acercamiento que vamos a tener es qué fue Venecia en sus orígenes, qué originó que Venecia surgiera, por qué una república pudiera estar en medio de un imperio como el Bizantino y, por otro lado, tener al feudalismo, sin mezclarse de ellas y ser la antesala de un neoliberalismo”, introdujo Miguel Ángel García.
La bonanza económica que experimentaba la ciudad repercutió en áreas como la música, la pintura y, en general, la cultura. Destaca que, en ese entonces, el carnaval duraba seis meses y las personas de buen estatus solían cubrir su identidad tras una máscara. El anonimato se generaba en un contexto legal, pues existía un estado de derecho.
“Lo que vamos a presentar es eso, es un paquete que tiene que ver con Venecia, con Vivaldi (casi sinónimo de Marco Polo). Y vamos a proponer esta idea en cuatro grandes enfoques”.
Por su parte, Linda Haro, resaltó que el anonimato que ofrecía el carnaval de Venecia llamó la atención de varias personalidades de la época: reyes, príncipes y nobles aprovechaban las ventajas que les ofrecía este contexto.

“Y era un lugar para conspirar, para divertirse, para los placeres, para el amor, pero también era un lugar que garantizaba que lo que pasaba ahí no iba hacerse público. Los mismos gondoleros no podían revelar absolutamente nada de las conversaciones que tenían lugar ahí. Este anonimato, que los podía llevar a vivir una vida de excesos, de placeres que no van a tener en otra parte, se sumaba al otro atractivo de Venecia: la música”.
La leyenda indica que cualquier músico callejero veneciano podía igualarse a los grandes virtuosos europeos de la época. En este tenor, los edificios jugaban otro papel importante. Por ejemplo, la Basílica de San Marcos era un lugar donde la gente, más que a escuchar misa mira, asistía para disfrutar de su impecable acústica.
“El curso va a girar en torno a Vivaldi, pero Vivaldi era el maestro de un grupo de señoritas pertenecientes a un orfanato. Había cuatro orfanatos famosos en Venecia. ¿Por qué eran famosos? Porque formaban a las chicas en la música”.

Los maestros indicaron que es importante conocer este lapso de la historia para plantearse cuestiones referentes al periodo musical del barroco y a la corriente filosófica del racionalismo.
Cabe señalar que lo recaudado en el curso será destinado para las actividades de la asociación civil DIME.