El artista conversa con la apropiación en un esfuerzo por alejarse de lo obvio (EL SIGLO DE TORREÓN/RAMÓN SOTOMAYOR)
La noche del jueves inauguró su exposición La fragilidad del absurdo, en el Museo Arocena. El artista Barry Wolfryd, originario de Los Ángeles, Californa, estuvo en Torreón para compartir la filosofía de su arte. En la ceremonia se acompañó del galerista Gerardo Traeger y del curador Sergio Garza Orellana, con quienes abrió un conversatorio.
Su muestra incluye piezas pictóricas y escultóricas. Barry difiere de quienes lo catalogan en el pop art e indica que su ubicación se finca en otra latitud. Apuesta por la apropiación, por las dotes comunicativas del ejercicio artístico, por esa ventana crítica respecto a los que acontece en las distintas sociedades.
“Hoy en día, el artista puede ser el autor de escenas críticas sobre nuestra vida cotidiana, contra la política, la avaricia, el hiperconsumismo”.
En uno de sus cuadros, titulado Pisando la tradición (2019) y perteneciente a la sección Paisajes rotos, Barry Wolfryd plasma a Mickey Mouse con tatuajes de pandillas salvadoreñas en el rostro y empujando un molino con el pie. El análisis de los objetos como símbolos está presente en toda su exposición y Mickey Mouse encarna a una cultura desplazando a otra.
“No es Mickey quien está aplastando la cultura, es esa cultura detrás, que está bajo el agua. Poco a poco están cambiando las tradiciones. Mickey ya cayó en eso. Todos los héroes que pensamos sagrados, se pueden caer. Están atentos a ser corruptos. ¿Qué está pasando? No es Mickey en sí aplastando la tradición, es qué representa Mickey”.
Además de la pintura, el vidrio es otro material importante para la retórica de La fragilidad del absurdo, dentro de la sección Identidades perdidas. Estele ha dado la oportunidad de ser más conceptual. Ejemplifica una serie de esferas que refiere a un concepto de los astrofísicos, que aseguran la existencia de universos paralelos en forma de globo. El vidrio también le auxilia en aterrizar ideas que tal vez no funcionarían sobre un lienzo. De igual manera, el material le remite a la fragilidad. “Yo lo miro y tengo miedo de que vaya a romperse”.
En la sección titulada Transferencias, el artista emplea lienzos monocromáticos donde plasma elementos de la cultura que rodea a las pandillas angelinas. El caos de ese entorno lo llevó a concentrarse en los tatuajes, a analizar su estética y descifrar los diferentes códigos como si fuesen parte de un diccionario.
“Cuando decido investigar un tema trato de no ir por lo obvio. Hay mucha documentación fotoperiodística sobre los pandilleros y mucha información sobre qué está sucediendo. Yo no quise hacer retratos, eso era lo obvio. Fue más bien cómo podía representar, usar un elemento para representar no únicamente a ellos, sino al fenómeno que está sucediendo”.
Actualmente residente en México, Barry Wolfryd ha logrado exponer sus obras en países como España, Dinamarca, Alemania, Japón, Estados Unidos yEcuador.