ÁTICO
Desde la democracia imaginaria del PRI hasta AMLO, sucesivos regímenes han hecho del simulacro la base de su gobierno.
1. Por siete décadas (1929-2000), el régimen de la Revolución mexicana sustituyó el sistema oligárquico porfiriano por una democracia imaginaria: un sistema cuya apariencia ocultaba su autoritarismo.
2. Tanto el Estado de derecho como las elecciones eran ficciones útiles: la división de poderes escondía un presidencialismo radical; la justicia solo beneficiaba a los poderosos; y, si bien los ciudadanos eran llamados a votar, cada Presidente designaba a su sucesor.
3. El sistema basaba su permanencia y su eficacia en la simulación: como en 1984, un lenguaje al servicio del poder disfrazaba la absoluta falta de transparencia y de equidad.
4. Unos y otros, políticos y ciudadanos, reconocían la mentira, pero se comportaban como si aquel vocabulario democrático fuera verdad.
5. En ese mundo de ficción, la democracia era oligarquía; las elecciones, dedazo; la justicia, ajuste de cuentas; la Constitución y las leyes, papel mojado; el interés general, interés privado: el reino de la corrupción.
6. Frente a su paulatino desgaste, la democracia imaginaria del PRI necesitó apuntalarse con instituciones que permitieran el mantenimiento del mito: órganos del Estado con nombres rimbombantes creados para preservar el simulacro.
7. A partir de 1988, esa arquitectura ficcional comenzó a desmoronarse: condiciones externas -la democratización y la globalización neoliberal posterior a la caída del Muro- e internas -deserciones y disidencias al interior del sistema- minaron su estabilidad.
8. El fraude de ese año no hizo más que señalar lo que todos sabían: el rey -el autoritarismo- estaba desnudo.
9. Tras el sacudimiento del alzamiento zapatista en 1994, en el 2000 la sociedad decidió que por primera vez el voto se volviese real.
10. Una vez en el poder, la oposición de derecha se dio cuenta de las ventajas de conservar el simulacro: todo cambió y todo siguió igual.
11. En su primer gobierno, el PAN de Fox no alteró ni mínimamente la simulación que heredó del PRI y en 2006 reutilizó sus mismas estratagemas para mantenerse en el poder.
12. Tratando de ocultar su impostura, Calderón se inventó un enemigo -el Narco- y una guerra: una nueva fantasía para la unidad nacional.
13. Otra ilusión: la diferencia entre el Estado y los criminales.
14. Calderón sustituyó la vieja mentira priista con otra: una división artificial entre buenos y malos que solo podía resolverse por la fuerza.
15. Cuando todo lo demás es mentira, queda un último recurso: el Ejército. Las balas son nuestra única realidad.
16. La gran mentira de Calderón: afirmar que la violencia criminal se acaba con la violencia estatal, cuando la violencia estatal solo genera más violencia.
17. Desatar una guerra en un país sin justicia equivale a arrojar gasolina en un incendio: 350 mil muertes y 100 mil desaparecidos son el saldo de su ficción.
18. Frente al horror de lo real, el regreso a la simulación: horrorizado, en 2012 México prefirió volver atrás.
19. Como sus predecesores, Peña Nieto reintrodujo el lenguaje de la mentira: aún más que antaño, el interés general se volvió interés privado y el Estado un negocio al servicio de unos cuantos.
20. En 2018, López Obrador volvió a señalar lo obvio: el rey está desnudo. Quien gobierna es la mafia en el poder.
21. Asentado en Palacio, AMLO reinventó la simulación priista: decirse de izquierda y ser de derecha; acusar a los otros de conservadores siendo el más conservador.
22. El mayor simulacro: AMLO siempre dijo odiar a Calderón y, una vez en el poder, apenas se diferencia de él.
23. Igual que su némesis, asumió que en el México de las mentiras lo único real es la fuerza: si Calderón se valió del Ejército para intentar legitimarse, AMLO lo usa para todo.
24. La fantasía de AMLO: un país tan homogéneo, jerárquico y leal como el Ejército. Un soldado en cada hijo te dio.
25. La única solución: volver real, por fin real, lo siempre prometido: la división de poderes, el interés general por encima del privado y un Estado de derecho funcional.
@jvolpi