Tokio exportará misiles Patriot a EUA. Para ello, modificará sus reglas de exportación de defensa. Estos misiles son fabricados en Japón bajo licencia de la empresa estadounidense que los hace. Mientras tanto, el 20 de diciembre, un sistema de radar fabricado por Mitsubishi se volvió operativo en Filipinas, permitiendo a Manila monitorear intrusiones aéreas chinas en mares disputados. No cabe duda, las cosas están cambiando y esto, naturalmente, genera polémica y también preguntas. ¿Cómo se mira la geopolítica regional y global desde Tokio? ¿En qué difiere esa apreciación de la de EUA u Occidente? ¿Qué ha cambiado? Estas son algunas de las preguntas que hice a lo largo de varios días en los que tuve oportunidad de entrevistarme con distintos actores en este país al que fui invitado por su ministerio exterior. Recupero estas líneas:
1. Japón no es EUA o Europa. Parece una afirmación obvia, pero, dada la alianza militar entre Tokio y Washington y su proximidad con Occidente en temas geopolíticos, no sobra distinguirlo pues el entorno geopolítico de Japón es diferente y eso, naturalmente, alimenta otras percepciones.
2. Japón tiene demasiado cerca -algo imposible de ignorar- a tres potencias nucleares (China, Rusia y Corea del Norte), cuya asociación viene creciendo a raíz de la guerra en Ucrania entre otros factores. De forma que lo que en Washington a veces pudiera apreciarse como lejano, se siente distinto cuando los misiles norcoreanos sobrevuelan el territorio japonés activando alarmas y produciendo nerviosismo.
3. Entre algunos actores se alcanza a percibir la preocupación de que la historia se repita una vez más, y que un conflicto en Europa desencadene el conflicto en Asia.
4. Dos riesgos/preocupaciones centrales continuamente repetidas: la posibilidad de arrastre o abandono. ¿Qué tan viable es que Japón sea arrastrado a un conflicto de manera indirecta o no intencional? O, del otro lado, la posibilidad de que Washington decida, por cuestiones políticas, no defender a Tokio en caso de un ataque. Estas preguntas son duras de responder por el rol que juega la cuestión nuclear en el imaginario japonés, como parte de su muy comprensible trauma colectivo. Aún así, para ciertos actores, eventualmente, la cuestión de un programa nuclear propio como factor disuasor ante tres potencias nucleares, será algo que habrá que al menos conversar.
5. Noté un énfasis en la estrategia de un diálogo paralelo a una postura disuasiva, particularmente con China. Es natural, insisto. Acá no se está hablando mayormente (yo no lo escuché una sola vez en mis pláticas) de "desvincular" a la economía japonesa y la china, y por tanto los incentivos para la cooperación parecen ser percibidos como enormes. Además, lo que en EUA puede ser visto como oportunidad de diálogo o como herramienta paralela, acá es percibido como vital.
6. La intervención china en Taiwán emerge como la mayor amenaza inmediata, partiendo de la fecha crucial que Xi Jinping señaló al Ejército Popular de Liberación chino, 2027, como límite para estar preparados para una acción militar sobre la isla.
7. No percibí un consenso sobre Trump. En algunos casos, sí, el temor de que ese personaje pueda actuar muy al estilo "America First". Pero hubo voces que señalaron que, durante el período previo de Trump, Tokio pudo asegurar una buena relación con él.
8. Encuentro gran interés de Tokio en nuestro país, algo que estoy seguro no debe sorprender a nuestro servicio exterior y nuestra cancillería. Somos un país que cree en el multilateralismo y en la solución pacífica de las controversias y que, como potencia media, tenemos un espacio que ocupar en la conversación global, de manera más activa y firme.
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