Para él era clave no sólo hablar de la belleza de la naturaleza, sino también de la belleza que habita en la condición humana en relación con ella. (CORTESÍA)
Entre las sonoridades que transitan en su mente, el compositor Antonio Juan-Marcos recurrió al libro Árbol adentro, del poeta mexicano y Premio Nobel de Literatura Octavio Paz. Comisionado por el maestro Miguel Harth Bedoya y la Forth Worth Symphony Orchestra, se colocó frente al pentagrama y dejó que las partituras de Canto de semilla tomaran forma.
Esta obra para orquesta y sonidos electroacústicos será estrenada el próximo viernes 25 de agosto en el Teatro Isauro Martínez, cuando a las 20:30 horas la Camerata de Coahuila realice su segundo concierto de la temporada Otoño-Invierno 2023.
A través de una entrevista telefónica con esta casa editora, el compositor compartió los detalles de su obra, misma que se conforma por tres movimientos y basa su discurso musical en la naturaleza.
“Miguel Harth Bedoya y tiene un interés muy fuerte por el medio ambiente y la naturaleza. Para mí fue la posibilidad de ahondar en piezas inspiradas en la naturaleza y que, a la hora de hablar de ella, nos revelen algo de nuestra condición humana”.
Para Antonio Juan-Marcos era clave no sólo hablar de la belleza de la naturaleza, sino también de la belleza que habita en la condición humana en relación con ella. Así escogió tres versos de Octavio Paz capaces de revelar la citada relación.
Los versos elegidos en Canto de semillas fueron: “Bajo tus párpados madura la semilla del sol”, (del poema Antes del comienzo) para el Movimiento I; “Fuego dormido en la noche, agua que ríe despierta”, (del poema Noche, día, noche) para el Movimiento II y “Chorro de luz: un pájaro cantando en la terraza. En los valles y montes de tu cuerpo amanece (también del poema Noche, día, noche).
“Si te fijas, siempre hay un puente entre lo humano y lo natural en estos versos. Me parecía muy bonito poner en realidad ese vínculo, finalmente existencial, entre nosotros, nuestro medio ambiente y la naturaleza”.
La obra también le significó una oportunidad para buscar en su sonido atmósferas y ambientes capaces de evocar la naturaleza, como si se tratara de un “nuevo impresionismo mexicano”. El trabajo del compositor se dirige, en ese rumbo, en crear impresiones no tan definidas, sino con abstracción y seducción del sonido.
Respecto al papel de la poesía en esta partitura, se trata de una manera de concretizar ideas o sensaciones por medio de su economía del lenguaje. Para Antonio Juan-Marcos, percibe al terreno poético como un punto de partida. En este caso, los versos de Octavio Paz concretizan la relación entre lo humano y lo natural.
“Después la música toma su propio vuelo. Por eso digo que es un punto de partida, pero después se trata de que el compositor evoque su propia sensibilidad a través del sonido”.
La obra contiene un diálogo donde los sonidos electrónicos se funden con la orquesta en el segundo y tercer movimiento. Así se evocan atmósferas, impresiones. La electroacústica evoca texturas que completan la evocación.
“Cabe resaltar que para la composición del tercer movimiento transcribí canciones de pájaros como el quetzal, sinsonte, zorzal de garganta blanca, colibríes, entre otros, y creé melodías inspiradas en ellos. También transcribí los ritmos de ciertos pájaros carpinteros para crear algunos materiales rítmicos”.
