La ignorancia y la intolerancia unidas al odio político conforman una amalgama de ingratitudes hacía quienes buscan el bien a través de inventos que mejoren algún aspecto de la vida humana; si bien más tarde esa misma creación sea utilizada por seres abyectos que los aprovechan para fines personales o de partido destruyendo lo bondadoso que poseían, aunque no fuesen precisamente objetos de satisfacción, sino más bien para reducción de pesares.
Ocurre justamente eso con inventos y/o construcciones que encierran originalmente un sentido positivo más luego se proyectan como monstruosidades inhumanas y bestiales y culpan al creador, sin atreverse a ver que fue la perversidad o el uso excesivo lo que ocasionó la maldad que más tarde se generaría. Ejemplo extremo: Todas las sociedades humanas desde su surgimiento utilizaron la decapitación como castigo ejemplar para delincuentes y enemigos del poder. Pero resulta que el verdugo empleaba hachas o espadas y en infinidad de ocasiones fallaba en el golpe fatal causando graves daños al ejecutado antes de su deceso. Al triunfar la revolución francesa, un diputado propuso un aparato que igualmente cercenaba la cabeza, pero hacía la pena capital más segura, rápida y menos dolorosa, se trataba de la "Guillotina" que se utilizó "democráticamente"; lo mismo para nobles, plebeyos, políticos o delincuentes comunes. Olvidando el dolor milenario en mortificaciones similares, se odió terriblemente al proponente de este método como si él fuese quien condenaba la ejecución.
Monumentales obras arquitectónicas, técnicamente muy avanzadas para su época y con intenciones provechosas en bien de quienes serían alojados en ellas, surgieron al final del Porfiriato: Lecumberri (1900) y La Castañeda (1910); prisión y hospital psiquiátrico modernos, adecuados para su función esencial que albergaría únicamente un grupo preciso de internos para que fuese fructífera en curación personal su estancia y se lograra una recuperación social y mental que les permitirá reintegrarse a la sociedad. Don Porfirio los creó ambos con interés político y humanístico, pero solamente los administró poco tiempo.
Tras prisiones paupérrimas con lamentables instalaciones surgió el llamado "Palacio Negro" modernísima penitenciaria para su época; originalmente albergaría 1,380 confinados; llegó a alojar 3,800 personas décadas después en condiciones infrahumanas; muchos eran presos políticos y hasta personas de preferencias sexuales diferentes, miserablemente alimentados, tratos inhumanos y castigos excesivos además de venta indiscriminada de drogas.
Sobreviviendo enclaustrados o en la calle, abandonados a su suerte, muchísimos psiquiátricos agonizaban en repugnantes cuchitriles. Para celebrar el Centenario de la Independencia, Díaz construyó "La Castañeda", hospital/manicomio que buscaba dignificar a quienes no contaban con todas sus facultades mentales. Sin embargo, de fastuoso "palacio para los locos" se convirtió en un infierno a partir de la década de 1920. albergó a 61,480 pacientes en sus 58 años de existencia. Don Porfirio creo, pero el PRI los administro pésimamente y fue quien los saqueó y destruyó
Otros modelos de buenas intenciones con malísimas aplicaciones fueron las obras de Lázaro Cárdenas del Río; reforma agraria y nacionalización del petróleo. El PAN nació para destruir todo lo socialmente creado y sigue igual, pero la corrupción priista sí logró destruirlas. Mucho se criticó por ellos a Cárdenas, sin embargo, el pueblo lo arropó como "Tata Lázaro"; a donde iba lo adoraban, su popularidad era inmensa y el infinito odio que le brindaban sus detractores fracasó rotundamente, soñaron en acabarlo y terminaron llorando su derrota miserablemente, si bien es cierto reconocerlo; con los años y la inmensa corrupción prianista, sus obras decayeron y enriquecieron a unos pocos que lucraron con ellas.
La falta de sentido común es el sentido más común entre los políticos y lo vivimos hoy mismo con una situación terrible en La Laguna. Surgió una propuesta para traer agua desde la presa del Palmito hasta la zona conurbada, obra urgente e indispensable; pero bloqueos por sectores políticos y amparos otorgados por el más corrupto poder judicial de la humana historia, han impedido su consumación y, ahora que el calor agobia y nos ahoga, se critica al creador de la idea por no haberla concluido ya. Bien sentenció Cristo: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. (Mateo 23.25).