Mi gente, es un gran gusto el saludarlos nuevamente desde esta, nuestra tribuna, nuestra columna que hacemos con mucho cariño y que la redactamos entre todos, pues ustedes son los agentes investigadores de esta agencia llamada De Rebote que sigue ganando adeptos y adeptas.
Otra vez, ya hemos platicado de los abusos de los revendedores y revendedoras en los juegos de playoffs de los Algodoneros, nadie se quiere perder la oportunidad de estar en el estadio Revolución cuando se juegan grandes alturas, ahora que están en la final del Norte, pues todos y todas quieren su entrada. Pero no por eso es justo que los revendedores se pongan a hacer sus triquiñuelas, en la calle y hasta en las redes sociales, a la vista de todo el mundo se ganan un dinero que no debería ser.
Quién sabe cuáles tácticas emplean para quedarse con más de diez boletos, de todas las zonas del estadio y con eso hacen su agosto, le venden a los hambrientos compradores que anhelan estar presentes en el estadio, cuando los Algodoneros logren ganar el campeonato. Ya ni se sabe si es prudente llamar a las autoridades para pedir auxilio, porque nadie levanta la mano para decir "yo puedo acabar con ese cáncer de la reventa", quién sabe por qué.
A través del correo electrónico, que es nuestra vía de contacto, nos llegó el reporte de lo sucedido con uno de los pequeños futbolistas de un equipo de Cachorros, que jugaron una final, les fue muy bien en la cancha, festejaron, celebraron, lucharon con todo por cada balón, fue una gran final, tal y como se deben jugar. Pero amigos formadores y padres de familia, no olviden que son niños, no deportistas profesionales, el niño quiere divertirse y pasarla bien con sus amigos, pero sobre todo, quiere jugar, y más si es una final.
Pues resulta que en la gran final, el formador y guía de los Cachorros hizo jugar a todos sus niños... menos a uno. Imaginen ustedes el sentir de ese pequeño al solamente ver a sus amigos en la cancha, con las ganas de jugar, de participar, de siquiera tocar la pelota. Señores formadores, entrenadores, padres de familia, en serio deben tener presente que los niños quieren divertirse, que su pasión va más allá del resultado, de los goles o las atajadas, déjenlos jugar, déjenlos aprender a su ritmo, déjenlos gozar, no tener la competencia como lo principal.
Gracias por sus reportes y recuerden que el correo electrónico está a su disposición para cualquier anomalía.