a compraventa de hoja de maíz, en torno a la cual gira la economía de [...] municipios indígenas [...] ubicados en la sierra del Totonacapan, en el norte de Veracruz, se ha convertido en los dos años recientes en una fuente de ingresos para la delincuencia organizada. [...] A cada comercializador del producto le exigen una cuota de 70 mil pesos por cosecha y un impuesto adicional de mil 500 pesos por cada tonelada que vendan a la semana". Es un fragmento del artículo "La mano del crimen organizado, hasta en los tamales" de La Jornada el lunes pasado.
Estamos como en la época postrevolucionaria. Todavía en los años cuarenta, salvo en la Ciudad de México, había un vacío estatal. El grueso de la población lidiaba contra caciques y hacendados fuertemente armados y un ejército con amplio margen para asesinar a presuntos delincuentes o a adversarios políticos. La tasa oficial de homicidios entre 1941 y 1945 era de 31 por cada 100 mil habitantes. La verdadera era por lo menos del doble. Esto se analiza en el libro de Paul Gillingham Unrevolutionary Mexico: The Birth of a Strange Dictatorship (2021).
La Ciudad de México luce tranquila comparada con su pasado reciente. A fines del gobierno de Miguel Ángel Mancera los homicidios dolosos alcanzaron un pico de 17.7 por cada 100 mil habitantes; en noviembre de 2022 había bajado a 8.7, menos que en Miami. Sin embargo, el intento de asesinato de Ciro Gómez Leyva es muy preocupante.
Además de un buen trabajo por parte del gobierno capitalino en materia de seguridad, cuenta con todo el apoyo federal. En el absurdo asignan 6 mil efectivos de la Guardia Nacional al Metro, mientras que en Zacatecas hay únicamente mil 420 elementos, cuando enfrentan casi 80 homicidios por cada 100 mil habitantes. Solo Colima tiene una peor tasa de homicidios. Ahí ni las autoridades están seguras: el miércoles pasado asesinaron a la titular de la Unidad de Combate al Secuestro de la Fiscalía General del Estado.
El problema de la extorsión es grave en buena parte del país. No hay métricas claras, aunque los datos oficiales, insuficientes como son, indican un aumento: de 5.5 por cada 100 mil habitantes en 2018 a 7.8 en noviembre del 2022.
Evidencia de este creciente vacío estatal es el contraste entre la detención de El Chapo por parte del gobierno de Peña Nieto el 8 de enero del 2016, poco antes de la visita de Barack Obama a nuestro país en el cual no murió un solo efectivo militar, aunque fueron abatidos cinco sicarios y seis fueron heridos, y la detención de Ovidio de la semana pasada, que produjo escenas de guerra, con 29 muertos, de los cuales 10 fueron militares, y alrededor de 250 vehículos robados y más de 50 quemados. Si en la primera detención del Chapito en el 2019, una movilización armada de la delincuencia motivó la decisión de AMLO de liberarlo, el incentivo para todo grupo criminal afectado es reaccionar de forma visiblemente violenta.
Es de aplaudir el que las Fuerzas Armadas tengan la capacidad y voluntad de dar un golpe a un líder de una peligrosa banda criminal, pero recuperar el control del territorio nacional tras cuatro años de "abrazos" es otra cosa. Se requiere pasar de creer que se puede convivir con el crimen organizado a una estrategia basada en una combinación inteligente y metódica de contención por la fuerza del Estado hacia los grupos criminales, así como de apoyos sociales focalizados para canalizar a los jóvenes hacia actividades no delictivas.
Llenar el vacío estatal será el mayor reto del siguiente gobierno. Hay casos de éxito, como el de Coahuila durante el gobierno de Rubén Moreira o el propio de la Ciudad de México ahora. Se debe construir una estrategia nacional, con alcance a zonas remotas, a partir de la discusión entre expertos, actores políticos y sociedad civil. Ese mapa de cómo enfrentar al crimen organizarlo y cómo financiarlo debe ser previo a las elecciones en el 2024.
ÁTICO
Recuperar el control del territorio nacional tras cuatro años de "abrazos" requiere una estrategia inteligente y metódica.
