Decimos estar interesados en los procesos educativos y en los fenómenos culturales que nos rodean; aunque, a pesar de los esfuerzos, no creo que haya sido mucho el avance logrado en estas áreas. Se nota la deficiencia por las ofertas de ciertos productos como los libros, y en la música todo está digitalizado, no veo como vaya a sobrevivir, si lo queremos consumir gratuitamente; a ello nos están acostumbrando.
Florecen las universidades, pero son aquellas que ofrecen maneras fáciles de obtener un título. Se concretan a las materias que se deben de cursar, pero como que falta la formación que, en universidades, ya bien renombradas, proporcionan, incluyendo la del Estado.
Se buscas un papel para obtener mejores opciones de trabajo. A un lado queda toda curiosidad intelectual que pueda surgir del salón de clase. Puedes estudiar derecho romano sin que te interese lo más mínimo la historia de Roma, o de Grecia, los cimientos de la cultura grecolatina.
La curiosidad intelectual sería uno de los hábitos que debiera dejar la escuela, otro es el sentido crítico ante la vida, aplicar la lógica a la solución de problemas; y otra más, una formación cívica o moral que mueva tus acciones hacia el mejoramiento de la vida en común. Eso debiera de enseñarte la escuela y la familia; aunque muchas veces hace lo contrario. Yo doy gracias a que algunos de mis maestros me enseñaron a pensar, a sentir, a tener un sentido de pertenencia.
Sobre la cultura se podría decir lo mismo. Si en ella encontramos todo lo que da sentido a los actos del hombre, en diferentes niveles y en diferentes áreas, lo primero que tendríamos que preguntarnos es cuales son las cualidades de las cosas que nos dan sentido en nuestra vida cotidiana. El celular irrumpió en nuestras relaciones, nos aisló, nos entretiene y de ahí no pasa. Toda la información que puede ser consumida por ese aparato muy poco se aprovecha. Nos evita enfrentar las circunstancias.
La cultura es un todo; desde el mito, rito, religión, filosofía, ciencia técnica, ideologías. Y las grandes culturas son ancestrales, siguen, en cierta forma, siendo una gran influencia en nuestra vida cotidiana. Conocemos muy poco de ellas porque no le encontramos ningún sentido o funcionalidad. Al chisme artístico sí se lo encontramos porque es la huida a nuestro aburrimiento, a nuestro ser sin sentido, a nuestra falta de capacidad de curiosear. Nos dejamos entretener con tonterías, con la repetición constante de lo mismo por la gran falta de creatividad que existe a nuestro alrededor.
¿Dónde está nuestra cultura? Las fiestas tradicionales se van perdiendo. Es lo antiguo, pero es lo que tiene razón porque nos da el sentido de pertenencia que nos quieren quitar para no sentirnos parte de un todo. La fiesta parroquial o la fiesta cívica, ha dejado de tener su importancia, ni siquiera nos interesa lo que significa ser mexicano y nos conforma que en todas partes, para estar "in", tengan que tener letreros en inglés que el público en general no entiende.
El sentido del ser ahora se traduce en el sentido del tener. Si encuentras una forma fácil de tener a eso te abocas. Si el delito te produce dividendos, ahogas toda noción moral que te pueda impedir hacer lo que tienes que hacer para tener. La vida deja de poseer valor, la pones en riesgo, vas perdiendo la conciencia. La droga es un escape; inconsciencia. Te echas a los brazos de la muerte y no importa mucho si vas a acabar a una bolsa negra de basura, o si te entierran como a un animal.
Socialmente produces inestabilidad. Familia, deja de tener sentido. El amor se compra, y muchas mujeres han preferido tener a ser amadas, venderse a entregarse a un hombre o a un hijo por fidelidad.
¿Esta es la cultura moderna? Dejar de tener compromisos. El aborto es romper un compromiso con un ser que no pidió ser engendrado.
Educación y cultura, implicas muchísimo más que tener un título o escuchar música clásica. Lo que importa es preguntarse: ¿Para qué soy?