Con el fin de conseguir votos, a nuestros políticos no les preocupa prometer lo que sea, sin pensar mucho en las consecuencias que traería llevar a cabo ciertas acciones que muchos se nos hacen fabulosas: como es el hecho de reducir el horario de trabajo a seis horas durante cinco días de la semana.
Bajar la jornada de trabajo, nada más porque sí, sin hacer un análisis completo de las consecuencias, es inmaduro. Por principio, el trabajo se sigue considerando como un castigo, cuando debiera de ser un medio para la realización personal, sobre todo a ciertos niveles, cuando se te ha dado la oportunidad de estudiar algo de tu elección y le has apostado a casarte con una profesión.
También te puedes casar con un oficio y eso no solamente lo puedes aprender en una escuela técnica sino también en una fábrica, en el comercio, o en ciertas empresas. Por ejemplo: la carrera de vendedor no se estudia y cuántos hay que es la forma que han encontrado para desarrollarse. Lo que nuestro gobierno debería de hacer es convencer a la gente de que el trabajo es un medio ideal para la realización personal. Los que verdaderamente sienten vocación por lo que hacen, le dedican todo el tiempo que pueden a su profesión.
El reducir las horas de trabajo implica aumentar los costos de producción con lo cual, en los momentos actuales, nos sacaría de ser competitivos en convencer a los inversionistas extranjeros a que monten sus empresas en nuestro país. Una fábrica de tiempo completo, tendría que incrementar un turno más: cuatro de seis horas para suplir tres de ocho horas, lo que implicaría un 25 por ciento más en mano de obra. Si queríamos la oportunidad de tener maquiladoras, posiblemente, este tipo de acciones nos la quitaría. Lo que buscan los inversores es abaratar los costos.
Tercer problema que se vuelve social. ¿Qué se hace con el tiempo libre? En el caso de las mujeres, y no es porque sea machista, tal vez lo podrían utilizar en la convivencia con sus hijos, para supervisarles las tareas escolares o para estar al pendiente de ellos. En el mejor de los casos, eso sería el beneficio para todos aquellos a los que les es importante cumplir con el papel de padres de familia. Siendo más realistas, no porque haya más tiempo libre, va a existir interés en dedicarse a empresas sanas como es el deporte o la cultura, si no han sido educado para ello. Harán exactamente lo que hacen ahora con su tiempo libre, a lo que le dedicarán más tiempo porque eso es lo que les satisface. Debería de existir más investigación sociológica.
Los que luchan por sobresalir, se doblarán de tiempo, si es posible, lo que les implicará mayor jornada de trabajo de ocho a doce horas.
La cosa no es tan sencilla. Tal vez resulte como lema de campaña, pero las consecuencias pueden ser fatales. Nos sacaría del campo competitivo de las maquilas, con lo cual nos sacaría también de tener más posibilidades de llevar el sustento a nuestras casas. Los políticos hablan muchas veces sin pensar. Se tiran a lo grande porque lo que les importa es lo que pueden ganar ellos.
No hay una verdadera cultura del trabajo. Vuelvo al inicio de este artículo donde he afirmado que trabajar es un castigo dado desde el inicio de los tiempos por Dios, a los hombres, en la figura de Adán y Eva. Así lo toman muchos y piensas que la vida ideal es aquella donde no hay que hacer esfuerzos con el sudor de la frente.
Para mí significa todo lo contrario. El trabajo es el camino para dignificar al hombre, donde se realiza y donde puede imponer una inmortalidad cuando la obra que realiza impacta a la humanidad. El artista, el héroe, el conquistador, el filósofo, el escultor, el arquitecto, hasta el artesano que realiza con una gran convicción su trabajo, pasa a la historia. Son personas entregadas a realizar una obra y cuando lo hacen el tiempo no los limita.
La gente acude a quien cumple con eficacia sus labores y hay algunos que están dispuestos a pagar lo que sea por conseguir tales servicios; trátese de un doctor o de un técnico que resuelve problemas en el hogar.
Es más fácil imaginar una vida donde no es necesario esforzarse para conseguir las cosas; ese camino, por lo general lleva a la destrucción del hombre.
Se trabaja para vivir y no se vive para trabajar; y a su vez, el trabajo es la vida.