Columnas Social columnas editoriales SOCIALES

columnas

Ensayo sobre la cultura

La divina mediocridad

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE.-

Mientras que Aristóteles proclamaba el término medio, Horacio abogaba por la divina mediocridad; o sea, que ningún hombre debía de sobresalir de entre los demás, conformarse con el común denominador del comportamiento de los demás.

Ahora, según parece, el sistema educativo trata de fomentar esta noción, partiendo de que lo importante es la sociedad y no el individuo quien debe de supeditarse a los intereses del primero, aunque para ello tenga que negar sus propios intereses, y hasta su dignidad.

Van en contra del liberalismo, donde lo que importa es el individuo, quien puede hacer esfuerzo personal para lograr sus objetivos sin que esto signifique ir contra los intereses de terceras personas.

En teoría puede sonar muy bonito la vida en comunidad; pero en la práctica el resultado se traduce en sociedades apáticas, al servicio de un ego personal que intenta representar al estado, que lo último que le interesa es el bienestar de la comunidad. Para muestra hay demasiados botones comenzando con Stalin y sus purgas o la manera en que explotaba a los obreros para lograr sus objetivos quinquenales.

O Mao con su revolución cultural, donde también había maneras de deshacerse de sus competidores para no compartir el poder. O con la familia Kim que se ha convertido en una familia monárquica, o con los Castro que no importante los resultados catastróficos que han dado sus políticas sociales y económicas, insisten en ello sin resolver el hambre o la vida económica nacional. Siempre hay a quien echarle la culpa.

El pueblo se supedita a una mano fuerte y a un ejército poderoso. Se moldea la mente para que obedezcan. Si recorremos la historia de alguno de ellos, de los regímenes monárquicos pasaron a las dictaduras de todos tipos, incluyendo la socialista de tal manera que nunca han sabido vivir en la democracia. Bajan la cabeza, y si el sistema educativo les anula toda iniciativa, y les elimina la voluntad, se convierten en materia moldeable para que una dictadura los explote.

Es muy fácil acostumbrar a las personas al paternalismo. Me da; mi amo el poderoso me da. Esta es la mentira más grande con la que juegan los dictadores, porque lo que dan es lo que produce el pueblo mismo por medio de su trabajo y de sus impuestos. Dan lo que no es de ellos, lo que siempre ha sido de quienes lo generan, el pueblo mismo. En un pueblo democrático exigen que les den, lo que pagan. Si a principio de años pagas el pavimento, lógico es que las autoridades se preocupen por mantener las calles pavimentadas y si no lo hacen, habrá que protestar.

Los primeros que no respetan este pretendido anonimato en las acciones, son los políticos mismos. Promocionan su ego como si fuera lo único importante en la vida nacional. Tienen el pensamiento exclusivo por eso no les gusta la crítica y la intentan eliminar; lo hemos visto con Ortega. Se pavonean como los padres bondadosos y hasta llegan al exceso de mandarse hacer muñecos como si fueran los nuevos santos a quienes habría que rezarles para conseguir milagros. Se contratan paleros para que los estén alabando y si quienes lo rodean no lo hacen, simplemente lo eliminan.

Ellos, a diario sobresalen, hablan, dicen, disertan, juzgan. No entiendo a qué horas gobiernan. Lo que sale bien es por ellos, y lo que sale mal es por los contrarios, en el caso de nuestro presidente, de los neoliberales. Tiene un programa de televisión exclusivo.

Lo que predican no concuerda con lo que hacen. Acatar y obedecer era la máxima de los reyes. Estos sistemas, con lo último con lo que cuentan es con la voluntad del pueblo. Odian a morir la democracia.

Estarán construyendo el mundo feliz donde el pueblo se compone de epsilones, y la clase gobernante son los alfa, la materia gris, por lo percudido. Donde lo mejor que se puede hacer es no tener conciencia.

El mundo en donde no puede haber deporte porque no pueden existir los ganadores de ningún tipo; ni intelectuales, porque nadie puede opinar. Una sociedad, que de ninguna manera es humana.

Hoy debemos de protestar contra esa ley educativa que intentan imponernos. Mañana será tarde.

Leer más de Columnas Social

Escrito en: Ensayo sobre la cultura

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas Social

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 2172702

elsiglo.mx