Si alguien te vendiera algo que no existe, algo que sucede muy seguido, dirías que se trata de un fraude. Hay quien te llena los oídos con productos fantasiosos donde vas a obtener la felicidad; lo que comúnmente llaman consumismo. Un producto que lleva una marca, te lo venden por lo que se supone que es. Moramos en el mundo de lo simbólico y no en la realidad.
El vestido, ya no es el vestido, supone muchas cosas: Un estatus, por supuesto, pertenencia a una edad. Nos representamos, puesto que también somos actores de la vida y no personas. Hacemos un papel según las conveniencias y el 99 por ciento de las veces, según un guion preestablecido; aun así, nos sentimos originales.
La moda de los pantalones rotos me sirve de ejemplo. Muchos jóvenes lo usan; antes significaba pobreza y ahora es lo "in", si no lo usas estás fuera del grupo al que quieres pertenecer. En cambio, el pantalón de vestir, ha pasado de moda, lo mismo que la camisa que es su complemento y la corona: la corbata, a la que le decíamos el trapito estúpido. Se puede llegar a la universidad sin saberse hacer el nudo. Quien impone la moda te dice cómo debes de vestir; ya no te tomas la molestia de pensar en eso. Y los que la imponen, no es que piensen mucho, les guía el afán porque consumas el producto que te venden. Ahora existe la figura del influencer, un tonto, que les dice a otros tontos lo que debe de hacer; o de pensar.
Eso no es novedad. Hitler fue un gran influencer que nos llevó a la Segunda Guerra Mundial. Hay otros que provocaron la Revolución Francesa, Lennin y Mao son grandes figuras de la historia, como lo es el Che, cuya imagen se imprimió en millones de camisetas, y a sus pueblos les hicieron vivir de otra manera.
Gente que influye en el comportamiento de los demás, siempre han existido. Usando múltiples técnicas, te dominan el pensamiento, te vuelves sus esclavos, te coartan la libertad, se vuelven dioses que castigan, te doblegan. La mayoría de la gente no cuenta con la voluntad necesaria para combatirlos.
Desde siempre te han vendido los paraísos de todo género. El místico, el terrenal y el artificial. Paraísos para ser feliz, en pequeños abonos para poder cobrar intereses. Un buen influencer, te adorna bien los intangibles para producir tus deseos. Vas a ser feliz, no te dicen como, pero vas a ser feliz; como si te sales de la raya, vas a ser infeliz, tampoco te dice como vas a ser infeliz. Pocos se ponen a dudar. Caen en la trampa y Sabonarola se sale con la suya y acaba con muchas obras de arte. Los estados de conciencia son canijos.
También te venden los paraísos terrenales, y en estos sí puedes indagar si son o no ciertos. Vas a ser feliz en Cuba. Vas a ser feliz en los Estados Unidos; la droga en su apogeo. Vas a ser feliz en Rusia, manda a tus hijos a la guerra. Vas a ser feliz en México, donde se combate a la pobreza; y sin embargo, siguen existiendo los niños que son explotados en las esquinas de nuestras calles, haciendo muy malos números de circo. Ganan dinero, no cabe duda, pero la persona humana se pierde, no hay un futuro, con dignidad, para ellos.
Vas a ser feliz con tu cabeza ahuecada. Entre menos sepas, mejor, entre menos investigues, mejor, entre menos leas, mejor, entre menos uses la racionalidad es mejor. Las masas te pueden compartir sus pensamientos. La máxima falacia que te quieren vender es que, en cuanto menos trabajes, más feliz serás.
El trabajo es lo mejor que te ha dado la vida. Por él, hemos recorrido una gran evolución desde que dejamos de ser primate. El trabajo, de cualquier tipo, es lo que te dignifica. Al hombre se le conoce por sus obras, esa es una verdad de a millón.
El tener no te da la dignidad, el hacer es lo que te dignifica.
Pero ya no filosofamos porque eso no lleva a ninguna parte. Ya no aplicamos la lógica porque esas son discusiones sin sentido. Mejor dejar que el influencer te diga lo que no es el ser; para que tú te obligues a no ser.
Esto nada más lo escribo para que pienses. Hay muchos libros por leer que te pueden alimentar tus pensamientos. La manera de combatir estos sistemas que intentan ser totalitarios, es el pensamiento. Nadie tiene la razón y todos poseen parte de ella. Sólo tú puedes decidir cuál es la razón de la sinrazón.