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Escargoth y la experimentación en sus bucles sonoros

Se influenció tarareando el heavy metal que escuchaban sus hermanos y la música en inglés y clásica

(SAÚL RODRÍGUEZ)

(SAÚL RODRÍGUEZ)

SAÚL RODRÍGUEZ

Tuvo la fortuna de que la música estuviera presente en el seno de su familia. Sus dos hermanos mayores ya tocaban la guitarra y la batería cuando él era pequeño. El multinstrumentista León Calandrelli, mejor conocido como Escargoth, se influenció tarareando el heavy metal que escuchaban sus hermanos y la música en inglés y clásica que reproducían sus padres. 

Cuando tuvo oportunidad, se apresuró a adquirir un instrumento. Primero eligió la guitarra. A los 11 años compró un modelo económico para una tarea de la escuela. Lo intentó, tomó cancioneros y métodos impresos para estudiarlos, pero su romance con la guitarra nunca inició. No obstante, el destino le tendría preparada una nueva jugada más adelante.

“Me fui frustrando y le eché la culpa al instrumento. Fui en busca de una guitarra buena. Junté lanita a los 17 y en un bazar por la Central Camionera, voy a comprar una guitarra, pero ya la habían vendido. Enfrente de la Central de Camiones, en ese entonces, había bodeguitas donde también vendían instrumentos usados y ahí es donde me topo un saxofón colgado, sin estuches, destartalado, esos despojos de metal como que me hablaron”.

Con el saxofón en su poder, asistió a una tienda de música en Torreón donde tomó clases con el maestro Juan Barrios, quien le observó dotes y le recomendó estudiar con mayor profundidad y seriedad. La vida volvería a rasgar otro acorde cuando su padre se trasladó a trabajar a Aguascalientes y el lo siguió.

“Allá me meto a una escuela muy buena, donde duré poco, menos del año y allí me encuentro grandes músicos, grandes personas. Los maestros eran ya muy versados en el área artística y en el lenguaje teórico”.

Calandrelli tuvo una experiencia de sumo aprendizaje, pese a la exigencia que le recibía de sus profesores. Cuando dejó la escuela, fue afortunado al recibir más ejemplares de libros teóricos y sumergirse en ellos. Hacia el año 2010 regresó a La Laguna, con nociones de teoría y técnica en saxofón, y decidió tomar la calle y las unidades de transporte público como su principal escenario.

Hace 10 años todavía me encontrabas en las calles, en los buses, en los semáforos, tocando todo lo que se pudiera, con algunos otros compañeros también, tocando rocksito, tocando jazz, tocando reggae”.

Practicar en la calle le permitió convivir con el miedo escénico y dominarlo, acostumbrarse a las miradas, a la crítica. Los resultados se percibieron en cuanto a técnica e ideas, hasta el grado de tener hambre a nivel artístico, de dejar en el camino una especie de huella.

Su proyecto

El músico lagunero define a Escargoth como una espiral sonora, un caracol que se mueve en formas de onda. Calandrelli inicia sus presentaciones grabando distintos instrumentos en bucles, como si se tratara de una orquesta hecha por un mismo hombre. Luego improvisa y, sobre la base musical, desata la soga y se deja ir, en un acto que de igual manera le permite mantener el control.

“Me conseguí un teclado, aprendí a tocarlo, a hacer acordes. Conseguí una flauta transversal, cuya digitación es muy similar a la del saxofón, solamente la embocadura es completamente otro asunto. Me consigo un acordeón, percusiones, clarinetes, empiezo a conseguir distintos instrumentos y empiezo a practicar estos conceptos teóricos en todos ellos. Y empiezan a sonar, empiezan a funcionar”.

Pero el accesorio clave para dar norte a su proyecto, consistió en la obtención del pedal de bucles con multiefectos. Calandrelli lo analizó, aprendió a dialogar con él mediante el lenguaje de sus parámetros. La adquisición le ha permitido experimentar nuevas formas de lenguaje sonoro, pero además de lo técnico, el acto discursivo es otro aspecto que le resulta fundamental.

“Mi pasatiempo no era solamente la música. Soy un hombrecillo con preguntas hacia el universo. Entonces, aparte de la música, soy un lector ávido de distintos temas. Trato de incorporar todas esas preguntas, o no sé cómo llamarle, pero trato de fusionar todas las ideas que me topo de filósofos, matemáticos o conceptos teóricos de otros escritores, para reflejarlos, como en un intento existencialista de responderme a mí mismo qué ando haciendo acá”.

El músico destaca una idea de Arthur Schopenhauer, quien percibía a esta disciplina como ostentosa de un universo propio, con sus propias reglas. René Descartes es otro de sus pensadores favoritos, pues consideraba que en la música existía algo más allá del sonido.

Esa es precisamente la tarea que Escargoth se ha encomendado. Sus presentaciones no sólo incluyen notas y acordes tonales, también se trasladan a lo atonal, a las disonancias propias que tiene la vida a través del espectro sonoro.

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