"La palabra guerra justa envuelve un contrasentido salvaje; es lo mismo que decir crimen justo, crimen santo, crimen legal".
-Juan Bautista Alberdi-
Hamás ha tenido, tristemente, éxito en su ataque. Ha provocado, como sugerí ayer que pretendía, una dura respuesta de Israel. Así lo muestra el anuncio del general Yoav Gallant, ministro de defensa israelí, de que establecerá un "sitio completo" de la franja de Gaza. "No habrá electricidad, alimento o combustible -dijo--. Estamos peleando contra bárbaros y responderemos de acuerdo con eso".
La franja de Gaza es un pequeño territorio costero de solo 365 kilómetros cuadrados. Forma parte de Palestina, pero se encuentra separado físicamente del territorio principal del país, Cisjordania. Desde 2007 ha sido controlado por Hamás, un grupo fundamentalista islámico, mientras que Cisjordania ha quedado bajo el mando de la Autoridad Palestina del presidente Mahmud Abás.
Una de las principales fuentes de ingreso de Gaza ha sido desde hace décadas el trabajo de decenas de miles de gazatíes en Israel, el cual se interrumpe cuando hay conflictos. Los cruces se han suspendido ahora tras los ataques del 7 de octubre. Un "sitio" total de Gaza podría provocar una crisis humanitaria para los 2.2 millones de habitantes de la franja. A un gobierno normal esto le provocaría cuando menos inquietud, pero no al que encabeza Hamás en la franja. Sus objetivos no son políticos, sino religiosos. A Hamás no le preocupa defender la vida y la prosperidad de los gazatíes, sino establecer un estado islámico en el que la yihad, la guerra santa, sea una forma de alcanzar el paraíso.
Entre más dura sea la respuesta israelí, y más sufra la población gazatí, más se logrará el caldo de cultivo que Hamás quiere crear en Gaza para provocar una yihad. Los musulmanes muertos se convertirán en mártires del Islam y generarán una mayor furia contra los infieles judíos que tienen el control de una parte de Palestina y, sobre todo, de la mezquita sagrada de al-Aqsa en Jerusalén.
Hamás no es Palestina ni representa al pueblo palestino. Eso lo entiende el gobierno israelí. De hecho, Hamás ha estado en conflicto con la Autoridad Palestina y ha subyugado a la población de Gaza. El castigo de Israel, sin embargo, se está aplicando a los gazatíes y la posición se endurecerá, como lo ha expresado el ministro de defensa Gallant: "Hace 15 años, como jefe del Comando del Sur, estuve cerca de romperle el cuello a Hamás. Fui detenido por el escalafón político. Este fenómeno no continuará. Cambiaremos la realidad en el terreno en Gaza para los próximos 50 años. Lo que había antes, ya no será. Operaremos con fuerza total".
Israel tiene derecho a defender a su población. Es muy claro que la incursión de Hamás salió de Gaza y que será imposible acabar con las agresiones sin una acción militar decidida en ese territorio. Pero un bloqueo que provoque una catástrofe humanitaria solo servirá para alimentar el círculo de odio que ha provocado tanta violencia en la región.
La clave en el caso de un bloqueo total la tendrá Egipto, que cuenta con una frontera de 12 kilómetros al sur de Gaza. El gobierno egipcio, sin embargo, tampoco tiene una buena relación con Hamás, un grupo cercano a la Hermandad Musulmana que Egipto ha prohibido y calificado de terrorista.
Las fuerzas armadas de Israel harán todo por superar las críticas que se les han hecho por no haber previsto y detenido los ataques de Hamás del 7 de octubre. Su tarea, sin embargo, no será fácil: deben acabar con Hamás, pero sin provocar una crisis humanitaria en Gaza que solo servirá para provocar un mayor radicalismo entre quienes sobrevivan.
PALESTINA
"Más que condenas, lo que se requiere es búsqueda de soluciones", dijo ayer el presidente López Obrador. "Ya son muchos muertos, tanto de Israel como de Palestina". Pero esta no es una guerra entre Israel y Palestina, Hamás también está en conflicto con la Autoridad Palestina. AMLO puede condenar el terrorismo de Hamás, sin importar la posición que tenga sobre Palestina.
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