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RESPONSABILIDAD COMPARTIDA

CECILIA SABAG MONTESINOS

El pasado 8 de marzo mujeres de todas las edades salieron a protestar en distintos lugares del país; en esta ocasión, por primera vez, me sumé a la marcha. Mientras caminaba, las consignas que se gritaban hacían referencia a la violencia que vive la mujer en nuestro país y a la inconformidad que existe con el sistema político para la atención de víctimas. Podemos llegar a comprender la magnitud del problema conociendo los índices de mujeres desaparecidas y no localizadas, las denuncias de violencia intrafamiliar, secuestros, violaciones, feminicidios. Sin embargo, creo que las estrategias que se han creado para contrarrestar la situación actual no siempre tocan la raíz del problema.

Las autoridades, aunque son las responsables de salvaguardar a la ciudadanía, no son las únicas encargadas de tratar el tema de la violencia. Parece ser que este fenómeno se ha normalizado y su concepto se ha malentendido; para muchos, los golpes, violaciones y asesinatos son las únicas manifestaciones y, si en su entorno no las experimentan, quiere decir que su contexto es pacífico.

Actualmente, existen herramientas que nos pueden ayudar a entender si estamos viviendo alguna situación violenta. Por ejemplo, en el 2019 el Instituto Politécnico Nacional en México creó el Violentómetro, que es un material gráfico y didáctico en forma de regla que nos ayuda a visualizar las diferentes manifestaciones de violencia que se encuentran ocultas en nuestra vida diaria y que muchas veces se confunden o se desconocen. En su jerarquía podemos encontrar las bromas hirientes, los celos y las mentiras como los primeros síntomas de que estamos atravesando este tipo de situaciones.

Es tarea de todos y todas hacer un ejercicio de reflexión para entender si hemos sido víctimas o victimarios de alguna forma de violencia en los diferentes roles que desempeñamos; como pareja, en la familia, en el ámbito laboral y en todas nuestras relaciones personales. La paz de la sociedad se crea desde cada persona y sólo se podrá lograr mediante la concientización de nuestras acciones para con el otro.

Es importante que volvamos a sensibilizarnos y empatizar con lo que sucede en el entorno social. Hemos creado un "escudo" de indiferencia para que no nos afecte la sobreexposición de temas de violencia de los medios de comunicación. Debemos de volver a interesarnos y manifestarnos en contra de los actos violentos que se viven día a día. Con esto no quiero decir que es nuestra responsabilidad resolver todos los conflictos de la sociedad, pero sí podemos ser agentes de cambio en nuestro contexto, apoyando y fortaleciendo los movimientos sociales con nuestras acciones diarias.

La marcha del 8 de marzo es una manifestación en contra de todas las formas de violencia hacia la mujer; es un llamado de atención para que se sepa que no estamos conformes con lo que está sucediendo en nuestro país. Es darle voz a todas las personas que han sufrido alguna forma de violencia y es un acto que pretende sentar las bases para prevenir que no le pase a nadie más.

Dejemos de lado la indiferencia y retomemos la empatía.

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